AMÓS | LECCIÓN 5 LUNES 29 DE JULIO
“Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que cuido ovejas y cultivo higueras. Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo Israel’ ” (Amós 7:14, 15. NVI).
Amós fue muy franco al admitir su falta de cualidades para ser un profeta, pero al presentar su mensaje a la nación israelita muestra una capacidad obvia para atraer a sus oyentes a lo que él quiere decirles.
Comienza con un comentario popular, enumerando las naciones circundantes (Siria, Filistea, Fenicia, Edom, Amón y Moab) y detalla sus delitos,
atropellos y atrocidades por los que Dios los castigará (ver Amós 1:3-2:3). Es fácil imaginarnos a los israelitas aplaudiendo estas acusaciones a sus enemigos, en particular porque muchas de las transgresiones de estas naciones fueron dirigidas contra los propios israelitas.
Luego, Amós se acerca un poco más, al declarar el juicio de Dios contra el pueblo de Judá, los vecinos del sur de Israel en los reinos ahora separados.
Hablando en nombre de Dios, Amós cita su rechazo de Dios, su desobediencia a sus mandamientos y los castigos que vendrían sobre ellos (ver
Amós 2:4, 5). Nuevamente, podemos imaginar al pueblo del reino del norte aplaudiendo mientras Amós señala la maldad de quienes los rodean.
Pero entonces Amós se dirige a su audiencia. El resto del libro se centra en el mal, la idolatría, la injusticia y los repetidos fracasos de Israel ante los
ojos de Dios.
Lee Amós 3:9 al 11; 4:1 y 2; 5:10 al 15; y 8:4 al 6. ¿Contra qué pecados nos advierte?
Si bien Amós no es diplomático en su lenguaje y da amonestaciones de condenación, su mensaje está sazonado con súplicas para que vuelvan a su
Dios. Esto incluye una renovación del sentido de justicia y el cuidado de los pobres entre ellos: “Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como
impetuoso arroyo” (Amós 5:24). Los últimos versículos de la profecía de Amós apuntan a una futura restauración para el pueblo de Dios (ver Amós
9:11-15): “En la hora de su más profunda apostasía y mayor necesidad, Dios les dirigió un mensaje de perdón y esperanza” (PR 212).
¿Hay ocasiones en que debemos estar preparados para hablar con dureza para corregir el error? ¿Cómo discernir cuándo es apropiado ese lenguaje?
Reavivados por su palabra:Hoy.2 Samuel 23-Durante esta semana,HAP,caps.477-49.