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ANANÍAS Y SAFIRA | Miércoles 18 de julio Lección 3

julio 18, 2018

ANANÍAS Y SAFIRA | Miércoles 18 de julio Lección 3

No era obligatorio compartir los bienes en la iglesia primitiva Es decir, no una condición formal de afiliación. Sin embargo, indudablemente hubo varios ejemplos de generosidad voluntaria que inspiraron a toda la comunidad.
Uno de esos ejemplos fue Bernabé (Hech.4: 36, 37), que desempeñará un papel importante más adelante en el libro.
Sin embargo, también hubo ejemplos negativos que amenazaron la unidad la iglesia desde adentro, justo en un momento en que acababan de comenzar ataques externos.

Lee Hechos 5:1 al 11. ¿Qué lecciones podemos extraer de esta historia?

 

Aunque Lucas no nos da todos los detalles, evidentemente el problema fundamental de Ananías y Safira no era el intento de quedarse con el dinero sino la práctica del engaño dentro de la comunidad. Su pecado no fue resultado de un acto impulsivo sino de un plan cuidadosamente elaborado, un intento deliberado de “poner a prueba al Espíritu del Señor” (Hech.5:9, NVI).
No estaban obligados a vender su propiedad ni entregar el dinero a la iglesia. Por lo tanto, cuando se comprometieron a hacerlo, quizás estaban actuando en beneficio propio, tal vez incluso tratando de adquirir influencia entre los hermanos mediante lo que parecía ser un acta de caridad encomiable.
Esta posibilidad puede ayudar a explicar por qué Dios los castigó con tanta dureza. Aunque la vida comunitaria de la iglesia era resultado de la convicción de que Jesús estaba a punto de venir, un acto como el de Ananías y Safira en una etapa tan temprana podría desacreditar la importancia de la lealtad a Dios y convertirse en una mala influencia entre los creyentes. El hecho de que no se mencione que Ananías tuvo la oportunidad de arrepentirse, como en el caso de Safira (Hech.5:8), quizá solo se deba a la brevedad del relato.

La conclusión es que, de principio a fin, ellos actuaron con iniquidad, y el pecado es un asunto serio a la vista de Dios (Eze.18:20; Rom.6:23), aunque no siempre lo castigue inmediatamente. Por cierto, el hecho de que a menudo se postergue el castigo debería recordarnos de continuo cuán misericordioso es Dios (2 Ped.3:9).

¿Por qué debemos tener cuidado de no exceder los límites de la gracia, como hicieron estos dos miembros de la iglesia primitiva?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Efesios 6 – Durante esta semana, DTG caps. 49.50