ANDAR COMO HIJOS DE LA LUZ | Lunes 21 de agosto Lección 9
Pablo escribe: “Nadie los engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los desobedientes” (Efe. 5:6). Pablo ya identificó a quienes practican varios pecados sin vergüenza ni arrepentimiento: el “fornicario”, el “impuro” y el “avaro” (Efe. 5:5). Hizo una evaluación contundente: Los que están en Cristo y están destinados a ser partícipes de su futuro Reino no deben actuar como los que no están en Cristo (Efe. 5:5). Ahora se preocupa por el efecto de las “palabras vanas”; es decir, los creyentes pueden ser engañados por un lenguaje explícito al pensar que el pecado sexual no es un tabú, o incluso pueden sentirse atraídos hacia
esos pecados (Efe. 5:6). Pablo advierte que, al estar tan engañados, arriesgan el juicio de Dios en el tiempo del fin, ya que “viene la ira de Dios sobre los
desobedientes” (Efe. 5:6).
La expresión “la ira de Dios” es desafiante. El hecho de que sea la ira o el enojo de Dios sugiere un contraste con la especie humana habitualmente malhumorada (comparar con Efe. 4:31). Es la respuesta justa de un Dios justo y abnegado contra el empeño obstinado en hacer el mal, no una reacción volcánica y enloquecida ante alguna infracción menor. Además, las alusiones a la ira divina ocurren con mayor frecuencia en el contexto de advertencias bíblicas e inspiradas acerca de los juicios venideros de Dios (p. ej., Apoc.6:12–17; 16:1–16; 19:11–16). Dios advierte de sus propios juicios venideros; un acto de gracia, ya que los seres humanos son “por naturaleza hijos de ira” (Efe.2:3), sujetos a esos juicios.
¿Por qué Pablo exhorta a los creyentes a no convertirse en “cómplices”, “compañeros” o “partícipes” con los pecadores? (Efe. 5:7–10).
Pablo exhorta: “Anden como hijos de luz” (Efe. 5:8), y continúa con un mandato adicional: “Busquen lo que agrada al Señor” (Efe. 5:10). El pagano busca placer mediante la “fornicación y toda impureza o codicia” (Efe. 5:3). El objetivo del creyente es dramáticamente diferente: no la complacencia propia, sino agradar a Dios (comparar con Rom. 12:1; 2 Cor. 5:9; Heb. 13:21, que utilizan la misma palabra griega, euarestos, “agradable”, o “lo que agrada”). El creyente busca reflejar la abnegación de Cristo (“anden en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros”, Efe. 5:2).
¿Cuáles son algunas de las “palabras vanas” de las que debemos cuidarnos en
nuestros días?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Salmos 107.