CONFRATERNIDAD | Lección 05 Martes 30 de octubre
En respuesta al sermón de Pedro y su llamado al arrepentimiento, unas tres mil personas tomaron la decisión de aceptar a Jesús como el Mesías y el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento a Israel. Dios estaba obrando en el corazón de todas estas personas. Muchos habían oído hablar de Jesús desde muy lejos y quizá viajaron a Jerusalén con la esperanza de verlo. Algunos tal vez vieron a Jesús y oyeron sus mensajes de salvación, pero no habían asumido el compromiso de seguirlo. En Pentecostés, Dios intervino milagrosamente en la vida de los discípulos y los utilizó como
testigos de la resurrección de Jesús. Ahora comprendían que, en el nombre de Jesús, la gente puede obtener el perdón de sus pecados (Hech. 2:38).
Lee Hechos 2:42 al 47. ¿Qué actividades realizaban los primeros seguidores de Jesús como comunidad? ¿Qué creó esta increíble confraternidad?
Es notable que la primera actividad de esta comunidad de nuevos creyentes fuese instruirse en las enseñanzas de los apóstoles. La instrucción bíblica es una forma importante de facilitar el crecimiento espiritual de los nuevos creyentes. Jesús había dado la comisión a sus discípulos para enseñarles “todas las cosas que os he mandado” (Mat. 28:20). Guiada por los apóstoles, esta nueva comunidad dedicó tiempo a aprender todo lo relacionado con Jesús. Probablemente oyeron hablar de la vida y el ministerio de Jesús; de sus enseñanzas, parábolas y sermones; y de sus milagros, todo explicado
como el cumplimiento de las Escrituras hebreas en los escritos proféticos.
También dedicaron tiempo a orar y a partir el pan. Se desconoce si el partimiento del pan es una alusión directa a la Cena del Señor o simplemente se refiere a que participaban juntos de las comidas, como parece indicar Hechos 2:46. La mención de una comunión fraternal infiere que esta nueva cofradía dedicaba tiempo a estar junta, en forma regular, tanto en el templo de Jerusalén, que todavía servía como centro de sus devociones y adoración, como en sus hogares. Comían y oraban juntos. La oración es un
elemento vital de una comunidad de fe, y es primordial para el crecimiento espiritual. Esta nueva comunidad dedicaba tiempo a la adoración. Se nos dice que “perseveraban” en estas actividades que realizaban.
Esta fraternidad hizo buenas relaciones con otros de Jerusalén. Los nuevos creyentes “ten[ían] favor con todo el pueblo” (Hech. 2:47). La obra del Espíritu Santo en su vida causó una gran impresión en quienes los rodeaban y sirvió como un testimonio poderoso de la verdad de Jesús como el Mesías.
¿Qué puede aprender tu iglesia local del ejemplo que se establece aquí con respecto a la unidad, la comunión y la testificación?