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DANIEL Y LA SEGUNDA VENIDA DE JESÚS | Lunes 25 de junio Lección 13

junio 24, 2018

DANIEL Y LA SEGUNDA VENIDA DE JESÚS | Lunes 25 de junio Lección 13

Aunque muchos judíos de la época de Jesús esperaban que el Mesías derrocara a los romanos y estableciera a Israel como la nación más poderosa de todas, ninguno de los advenimientos de Jesús, ni el primero ni el segundo, se trataba de eso, Dios tenía reservado algo mucho más grande para sus fieles que una simple reorganización del viejo mundo pecador y caído.
Quizá no haya nada en el Antiguo Testamento que revele tan claramente como Daniel 2 la verdad de que el nuevo mundo no surge del viejo, sino que es una creación nueva y radicalmente diferente. Daniel 2 muestra el surgimiento y la caída de cuatro grandes imperios mundiales: Babilonia, Medo Persia, Grecia y, finalmente, Roma, que luego se desintegra en las naciones de la Europa moderna. Sin embargo, la estatua que Nabucodonosor vio en su sueño (que simboliza la sucesión de estas cuatro grandes potencias mundiales) termina de una manera espectacular, que muestra la eran desconexión entre este mundo y el venidero después del regreso de nuestro Señor Jesucristo

 

Lee Daniel 2:34, 35, 44 y 45. ¿Qué enseñan estos versículos sobre el destino de este mundo y la naturaleza del nuevo?

 

Estos versículos dejan poca ambigüedad con respecto a lo que sucederá cuando Jesús regrese. En Lucas 20:17 y 18, Jesús se identificó con esta piedra que aplasto en el polvo todo lo que quedaba de este mundo. El arameo de Daniel 2:35 dice que después de que fueron desmenuzados el oro, la plata, el barro, el hierro y el bronce, estos se hicieron “polvo, como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El viento barrio con la estatua, y no quedó ni rastro de ella” (NVI). Es decir, nada queda de este viejo mundo después de que JESUS regrese.

Mientras tanto, la piedra que destruyó todo rastro de este viejo mundo “fue hecha un gran monte que lleno toda la tierra”. Y este Reino, que surge como resultado de la Segunda Venida, es aquel que “no será jamás destruido” y “permanecerá para siempre” (Dan.2:44). Solo uno de los dos finales le espera a cada ser humano que haya vivido en este planeta. O estaremos con Jesús por la eternidad o desapareceremos en la nada con la paja de este viejo mundo. De una u otra forma, la eternidad nos espera a todos.

 

Reavivados por su palabra: Hoy, 2 Corintios 2 – Durante esta semana, DTG caps. 42-44.