DE BABEL AL PENTECOSTÉS | Lunes 29 de octubre Lección 05
Los días de preparación espiritual, después de la ascensión de Jesús, culminaron en los eventos de Pentecostés. El primer versículo nos dice que en ese día, justo antes de que se derramara el Espíritu Santo sobre los discípulos, estaban todos juntos, “unánimes”, en un mismo lugar (Hech. 2:1).
En el Antiguo Testamento, el Pentecostés era la segunda de las tres fiestas principales a las que todos los varones israelitas tenían la obligación de asistir. Se celebraba cincuenta días (en griego, pentekoste, quincuagésimo día) después de la Pascua. Durante esa fiesta, los hebreos le presentaban a Dios las primicias de su cosecha estival como ofrenda de acción de gracias.
Es probable que para la época de Jesús la fiesta de Pentecostés incluyera también una celebración de la entrega de la Ley en el Monte Sinaí (Éxo. 19:1).
Por lo tanto, aquí vemos la importancia continua de la Ley de Dios como parte integrante del mensaje cristiano relacionado con Jesús, cuya muerte ofrece el perdón a todos los que se arrepienten de su transgresión. No es de extrañar que uno de los textos concluyentes con respecto a los últimos días se relacione con la Ley y el evangelio: “Aquí está la paciencia de los santos,
los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12).
Además, así como en el Monte Sinaí cuando Moisés recibió los Diez Mandamientos (Éxo. 19:16-25; Heb. 12:18), en este Pentecostés sucedieron muchos fenómenos extraordinarios: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hech. 2:2-4).
Lee Hechos 2:5 al 13. ¿Cuál es el significado de este acontecimiento?
Pentecostés debía ser una fiesta alegre, una fiesta de acción de gracias al Señor por sus bondades. Quizás esta sea la razón de la falsa acusación de embriaguez (Hech. 2:13-15). El poder de Dios se evidencia especialmente en el milagro de hablar en diversos idiomas y entenderlos. Los judíos de todo el Imperio Romano que fueron a Jerusalén para esta fiesta oyeron el mensaje de Jesús, el Mesías, en sus propios idiomas.
De una manera única, el Pentecostés ayuda a revertir la dispersión de la familia humana original y la formación de grupos étnicos, que comenzó decididamente en la Torre de Babel. El milagro de la gracia comienza la reunificación de la familia humana. La unidad de la iglesia de Dios a escala
global testifica de la naturaleza de su Reino como la restauración de lo que se perdió en Babel.