DIGNO ES EL CORDERO | Lección 4 Miércoles 23 de enero
Lee Apocalipsis 5:8 al 14; Efesios 1:20 al 23; y Hebreos 10:12. ¿Qué dicen estos pasajes que debería darnos gran esperanza y consuelo en medio de un mundo que, en sí mismo, ofrece tan poco de ambos?
Cuando Cristo, el Cordero, se acerca al Trono, toma el libro. Este acto muestra que toda autoridad y soberanía le pertenecen (ver Mat. 28:18; Efe. 1:20-22). En ese momento, todo el Universo reconoce el gobierno legítimo de Cristo sobre la Tierra. Lo que se perdió con Adán, Cristo lo recuperó.
Cuando Cristo toma el libro, este muestra que el destino de toda la humanidad está en manos de Cristo. Los 4 seres vivientes y los 24 ancianos se postran ante él y lo adoran, como lo hicieron en Apocalipsis 5:9: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado”. Mediante este acto de adoración, los ángeles exaltados y los representantes de la humanidad redimida confirman el sacrificio de Cristo en favor de la humanidad. Con su sangre ha pagado el rescate de los seres humanos caídos y les ofrece toda la esperanza de redención y la promesa de un futuro que apenas podemos imaginar.
A los 4 seres vivientes y a los ancianos se les une la incalculable hueste angélica que rodea el Trono, y todos ofrecen alabanzas al Cordero que ha sido inmolado y que ahora “vive” para hacer intercesión por la raza caída (Heb. 7:25). Al unísono, los ocupantes de la sala del Trono exclaman alzando la voz: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apoc. 5:12). En ese momento, toda la Creación del cielo y de la Tierra se une para rendir verdadera adoración al Padre y a Cristo: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de
los siglos” (Apoc. 5:13). En respuesta a esta alabanza, los 4 seres vivientes exclaman “Amén” y los 24 ancianos se postran, concluyendo así esta veneración resonante en la sala del Trono celestial.
Los físicos especulan con que algún día el Universo se quemará, se autoextinguirá o simplemente se desintegrará. Qué contraste con el futuro que presenta la Palabra de Dios. ¿Cómo podemos comenzar a regocijarnos, incluso ahora mismo, por el futuro que nos espera?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Levítico 13 – Durante esta semana, HAP cap. 5.