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DISTURBIOS EN EL TEMPLO | Lunes 10 de septiembre Lección 11

septiembre 10, 2018

DISTURBIOS EN EL TEMPLO | Lunes 10 de septiembre Lección 11

Luego de aceptar la sugerencia de los gentiles de la iglesia, Pablo debió someterse a una purificación ritual de siete días para ayudar a cumplir el voto de hombres (Núm.19:11-13). Al mismo tiempo, la tradición judía estipulaba que cualquier persona proveniente de tierras gentiles era inmunda y, por lo tanto, no podía ingresar en el Templo. Esta es la razón por lo que Pablo tuvo que purificarse antes de ir a los sacerdotes para dar aviso de su proceso de purificación relacionado con los nazareos (Hech.21:26).

Lee Hechos 21:27 al 36. ¿Qué ocurrió con Pablo al final de su período de siete días de purificación?

 Se produjo un disturbio, causado por aquellos que incitaban a la multitud contra Pablo, acusándolo de atacar los símbolos más sagrados de la religión judía, en especial de haber profanado el Templo. Dado que uno de los compañeros de viaje de Pablo era un creyente gentil de Éfeso llamado Trófimo (Hech.21:29), pensaron que el apóstol lo había introducido en el patio interior del Templo, donde solo podían entrar los judíos. Si la acusación era legítima, Pablo seria culpable de una ofensa muy seria. En el muro que separaba el patio exterior del interior, había carteles en griego y en latín que les advertían a los visitantes gentiles que no avanzaran más; de lo contrario, serian personalmente responsables de su muerte subsiguiente.
“Según la ley judía, era un crimen punible de muerte el que un incircunciso penetrara en los atrios interiores del edificio sagrado. Habían Visto a Pablo en la ciudad en compañía de Trófimo, de Éfeso, y suponían que Pablo lo había introducido en el Templo. Pero no había hecho tal cosa: y como Pablo era judío, no violaba la Ley al entrar en el Templo. No obstante ser de todo punto falsa la acusación, sirvió para excitar los prejuicios populares. Al propalarse los gritos por los atrios del Templo, la gente allí reunida fue presa de salvaje excitación”. (HAP 326).
Cuando las noticias de los disturbios llegaron hasta una fortaleza romana, El comandante romano, Claudio Lisias (Hech.21:31, 32; 23:26), vino con tropas y rescató a Pablo antes de que la multitud pudiera matarlo.
Como blanco de los ataques, Pablo fue arrestado y encadenado mientras que el comandante trataba de averiguar lo que estaba sucediendo. Ante los gritos histéricos de la multitud, ordeno que el apóstol fuera llevado a la fortaleza. 

Los rumores, falsos por cierto, ayudaron a iniciar este motín, ¿Por qué debemos de ser tan cuidadosos con los rumores que oímos o, peor aún, con difundirlos? 

Reavivados por su palabra: Hoy, 2 pedro 1 – Durante esta semana. DTG caps. 63-65.