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EL CÁNTICO DE MARÍA | LECCIÓN 7 DOMINGO 11 DE AGOSTO

agosto 13, 2019

EL CÁNTICO DE MARÍA | LECCIÓN 7 DOMINGO 11 DE AGOSTO

Imagina la escena: María había recibido un mensaje del ángel Gabriel unos días antes, quien le había dicho que ella sería la madre de Jesús, el Hijo del Altísimo. Ella aún no se lo ha dicho a nadie y va a visitar a Elisabet,
una pariente que es mayor que ella y que también está esperando un bebé milagroso. Con discernimiento espiritual, Elisabet reconoce la noticia de María antes de que esta tenga la oportunidad de decir algo, y juntas celebran
las promesas y la bondad de Dios.
Lee Lucas 1:46 al 55. Observa la combinación de alabanzas entre lo que tiene significado para ella: “Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; santo es su nombre” (Luc. 1:49), y lo que es importante en general. ¿Por qué nuestra alabanza y adoración a Dios incluyen tanto el énfasis personal como el general?
Este es un cántico notable que bien podría encajar entre los salmos o los escritos de los profetas hebreos. María está llena de admiración y gratitud hacia Dios. Obviamente, ella había visto a Dios obrando en su vida, pero
también es consciente de las implicaciones más grandes que este plan de Dios tiene para su nación y la raza humana.
Pero, según María, Dios no solo es poderoso y digno de alabanza, también es misericordioso y se preocupa especialmente por los humildes, los oprimidos y los pobres. Después de que el ángel le anunciara a María las
buenas nuevas del nacimiento inminente, ella entonó lo siguiente: “Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos” (Luc. 1:52, 53).
Desde el mismo comienzo de la historia de la vida de Jesús en la Tierra, se lo presenta como gobernante (ver Luc. 1:43), pero de un tipo de reino diferente de los terrenales. Según lo describen muchos comentaristas, el
Reino de Dios que Jesús vino a fundar y establecer era un “reino al revés” en comparación con el orden social habitual de los reinos de este mundo.
En las descripciones que tenemos del Reino de Jesús, los más poderosos y ricos de este mundo son los más bajos en importancia; y los pobres y los oprimidos son liberados, “colmados” y exaltados.

Si la iglesia es una expresión del Reino de Dios, ¿cuán bien representa el “reino al revés” que describió María? ¿De qué forma se puede dar el ejemplo en esto, pero sin ser injustos con los ricos y los poderosos, que también recibieron el amor de Cristo?

Reavivados por su Palabra:Hoy,1 Reyes 12-Durante esta semana,HAP,caps.52,53.