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EL CUERPO DE CRISTO | Lecci贸n 06 Mi茅rcoles 7 de noviembre

noviembre 7, 2018

EL CUERPO DE CRISTO | Lección 06 Miércoles 7 de noviembre

Quizá la imagen más conocida de la iglesia y la que habla más fuerte sobre la unidad de sus diversas partes sea el cuerpo de Cristo. “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. […] Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Cor. 12:12, 27).
Así como un cuerpo es una sola unidad que se compone de muchas partes diferentes, cada una con una función y una responsabilidad diferentes, así es la iglesia como el cuerpo de Cristo.

Lee 1 Corintios 12:12 al 26. ¿Cómo se aplica esta imagen de un cuerpo con muchas partes a tu congregación local? ¿Cómo se aplica a una organización mundial como la Iglesia Adventista del Séptimo Día?

La enseñanza de Pablo en 1 Corintios 12 transmite la profunda realidad de que la auténtica unidad cristiana no se da solo en la diversidad, y sin duda tampoco se da a pesar de la diversidad, sino más bien a través de la diversidad. No deberíamos sorprendernos de que el Espíritu Santo sea el origen de estas expresiones de diversidad. Así como el cuerpo humano está increíblemente unificado y es sorprendentemente diverso, de la misma manera, así es en teoría el cuerpo de Cristo, que a través de esta diversidad expresa la plenitud y la riqueza del cuerpo de Cristo. Esta imagen nos habla directamente como iglesia. En las últimas décadas, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha crecido a pasos agigantados.
Está compuesta por personas de casi todos los orígenes, culturas y ámbitos imaginables. No debemos permitir que nuestras diferencias étnicas, culturales, educativas y etarias nos dividan. En todo caso, esta diversidad debe ser moldeada por el Espíritu Santo como una fuerza para la unidad, que refleje la verdad de que, a pesar de estas diferencias, todos somos uno en Cristo.
Al pie de la Cruz todos somos iguales, independientemente de quiénes seamos o de dónde provengamos. A medida que el mundo se fragmente cada vez más, la iglesia debe demostrar que la unidad es posible. El pueblo de Dios puede demostrar el poder de curación y de reconciliación del evangelio.
Pablo nos dice cómo se puede lograr este ideal: “Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador” (Efe. 5:23). “Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia” (Col. 1:18). Como cada creyente está conectado espiritualmente con Cristo, todo el cuerpo se nutre con el mismo alimento.
Por consiguiente, no podemos exagerar la importancia del estudio de la Palabra de Dios, la obediencia a lo que conocemos de la Palabra y las experiencias comunes de adoración y oración para la unidad del cuerpo de Cristo.