EL MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN | Lunes 26 de noviembre Lección 09
Sin lugar a dudas, nuestro mundo se caracteriza por su desorden, sus problemas, guerras y conflictos. Todos estos factores afectan nuestra vida en los ámbitos personal, comunitario y nacional. A veces parece que toda nuestra vida está en conflicto. Pero la desunión y el desorden no prevalecerán para siempre. Dios tiene la misión de lograr la unidad cósmica. Si bien el pecado causó discordia, el plan eterno de Dios para la reconciliación trae paz y plenitud.
En Efesios 2:13 al 16, Pablo presenta los principios que muestran cómo Cristo actuó para brindar paz entre los creyentes: mediante su muerte en la Cruz, Jesús, de judíos y gentiles hizo un solo pueblo y derribó las barreras étnicas y religiosas que los separaban. Si Cristo pudo hacer esto con judíos y gentiles en el siglo I, ¿hasta qué punto puede derribar las barreras y los muros raciales, étnicos y culturales que dividen a la gente dentro de nuestra propia iglesia en la actualidad? Y, partiendo de aquí, podemos llegar al mundo.
En 2 Corintios 5:17 al 21, Pablo declara que en Cristo somos una nueva creación, reconciliados con Dios. ¿Cuál es entonces nuestro ministerio en este mundo? ¿Qué diferencias podríamos marcar en nuestra comunidad como una organización eclesiástica unida?
Como la nueva creación de Dios, los creyentes reciben un ministerio fundamental, un triple ministerio de reconciliación:
1) Nuestra iglesia está compuesta por creyentes que alguna vez estuvieron alejados de Dios pero que, mediante la gracia salvífica del sacrificio de Cristo, ahora el Espíritu Santo los ha unido a Dios. Somos el remanente, llamados a proclamar el mensaje del tiempo del fin al mundo. Nuestro ministerio es invitar a quienes todavía están distanciados de Dios a reconciliarse con él y a unirse a nosotros en nuestra misión.
2) La iglesia es también el pueblo de Dios reconciliado entre sí. Estar unidos a Cristo significa que estamos unidos unos con otros. Esto no es solo un ideal elevado; debe ser una realidad visible. La reconciliación mutua, la paz y la armonía entre hermanos son un testimonio para el mundo de que Jesucristo es nuestro Salvador y Redentor. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).
3) A través de este ministerio de reconciliación, la iglesia le dice al universo que el plan de redención de Dios es real y poderoso. El Gran Conflicto tiene que ver con Dios y su carácter. En la medida en que la iglesia cultive la unidad y la reconciliación, el universo verá la obra de la sabiduría eterna de Dios (ver Efe. 3:8-11).