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EL PAN Y EL AGUA DE VIDA | Lección 7 Jueves 14 de agosto

agosto 16, 2025

EL PAN Y EL AGUA DE VIDA | Lección 7 Jueves 14 de agosto

Lee 1 Corintios 10:11. ¿Qué razón aduce Pablo para que estos acontecimientos quedaran registrados?

Pablo explica que todo lo sucedido a los israelitas quedó registrado a fin de que sirviera como ejemplo y advertencia para los seguidores de Cristo y los ayudara a evitar los mismos problemas; es decir, para que aprendieran de esas experiencias. Se trata, pues, de una instrucción pertinente para quienes vivimos en “el fin de los tiempos” (NVI). Dios da a su pueblo el Espíritu Santo para fortalecer a los creyentes con “poder, […] amor y […] dominio propio” (2 Tim. 1:7) a fin de que puedan tomar decisiones correctas y seguir sus enseñanzas. Jesucristo es la Fuente de la nueva vida (Juan 14:6), y solo él puede convertirnos “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es el culto espiritual de ustedes. […] No se conformen a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su entendimiento, para que puedan comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:1, 2). Jesús en su ministerio también usó las enseñanzas contenidas en estos relatos del Antiguo Testamento, los del maná y el agua en particular, para enseñar verdades acerca de sí mismo, quien condujo a los israelitas por el desierto.

Lee Juan 4:7 al 15 y 6:31 al 51. ¿Qué verdades se nos revelan aquí a los cristianos?

La samaritana descubrió que Cristo le ofrecía algo que no obtendría en ningún otro lugar. La sed interior de paz, alegría y felicidad procede de Dios y, por lo tanto, solo él puede satisfacerla (Sal. 42:1, 2). Más tarde, en el contexto del maná, Jesús explicó que fue Dios, no Moisés, quien lo proveyó al pueblo. Luego Jesús declaró: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre” (Juan 6:35). Jesús se identificó dos veces como el Pan de vida (Juan 6:35, 48).
Así como el maná en el desierto era “pan del cielo” (Juan 6:31, 32), el agua de la roca era el regalo de Cristo para satisfacer la sed. Además de estos aspectos
físicos, el pan y el agua tenían también un significado espiritual, pues Jesucristo es “el pan de vida” (Juan 6:35, 48) y el “agua viva” (Juan 4:10, 11, 14; 7:37, 38). Solo
él, pues, puede saciar verdaderamente nuestras sed y hambre espirituales.

Reavivados por su Palabra: Hoy,  numeros 03.