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EN EL MONTE SINAÍ | Lección 8 Domingo 17 de agosto

agosto 19, 2025

EN EL MONTE SINAÍ | Lección 8 Domingo 17 de agosto

Lee Éxodo 19:1 al 8. ¿Qué prometió Dios a su pueblo al pie del monte Sinaí?

Dios condujo a los israelitas al monte Sinaí, donde pronto les entregaría el Decálogo, los Diez Mandamientos. Se desconoce el lugar exacto, pero algunos estudiosos piensan que probablemente Jebel Musa, un monte en la Península del Sinaí de 2.285 metros de altura, es el lugar donde Moisés se encontró con Dios varias veces (por ejemplo, Éxo. 3:1; 19:2; 24:18) y donde Elías se encontró con el Señor años más tarde (1 Rey. 19:8), la misma montaña donde Dios llamó a Moisés para que sacara a Israel de Egipto (Éxo. 3:1, 10). En aquel momento, el Señor anunció a Moisés que este adoraría a Dios en ese mismo lugar junto con
el Israel liberado, lo cual serviría como señal de que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob los estaba guiando (Éxo. 3:12). Tras dos meses de viaje, los israelitas llegaron al Sinaí (Éxo. 19:1), donde permanecerían aproximadamente un año (comparar Éxo. 19:1 con Núm. 10:11, 12). Durante este año recibieron de Dios muchas leyes, como se describe en Éxodo 19 al 40, Levítico 1 al 27 y Números 1:1 a 10:10. La permanencia de Israel en el monte Sinaí es la pieza central de la narración contenida en el Pentateuco. Es allí donde se sientan las bases de la transformación de los hebreos en el pueblo elegido de Dios, la única nación no sumida en el paganismo y la idolatría.
Dios toma la iniciativa y establece el pacto entre él e Israel. Promete hacer de este un tesoro especial, un reino de sacerdotes, un pueblo santo, si sus integrantes le son obedientes y se mantienen en estrecha relación con él. Ser un pueblo santo significa dedicarse a Dios y revelar su carácter a los demás, especialmente a las naciones de su entorno. También fueron llamados a funcionar como un reino de sacerdotes que conectarían a otras personas con Dios, guiándolas hacia él y enseñándoles sus caminos y sus leyes. Ellos debían ser el tesoro especial de Dios pues el Señor quería hacer de Israel su canal para iluminar al mundo con el conocimiento acerca de él y de su carácter.
Este pacto constituyó el establecimiento legal de una relación entre Dios y su pueblo. La fórmula general del pacto, que varía ligeramente en los distintos textos, es: “Los haré mi pueblo y seré su Dios” (ver Éxo. 6:7; Lev. 26:12; Jer. 24:7;
31:33; Heb. 8:10; Apoc. 21:3).

¡Imagina que fueras el “tesoro especial” de Dios! ¿Qué privilegios especiales implicaría eso? ¿Qué responsabilidades especiales tendrías?

Reavivados por su Palabra: Hoy,  numeros 06.