LA CONVERSIÓN DE PABLO | Lección 5 Para el 4 de agosto de 2018
Sábado 28 de julio
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hechos 26:9-11; Deuteronomio 21:23; Hechos 9:1-20; 1 Corintios 9:1; Galatas 1:1; Hechos 9:20-30.
PARA MEMORIZAR:
“Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hech. 9:15).
La conversión de Saulo de Tarso (quien se transformó en Pablo) fue uno de los acontecimientos más notables de la historia de la iglesia apostólica. No obstante, la importancia de Pablo va mucho más allá de su conversión en sí, porque Pablo, indudablemente, no fue el único enemigo de la iglesia en llegar a ser un cristiano auténtico. La cuestión más bien tiene que ver con lo que terminó haciendo en favor del evangelio. Pablo había sido un oponente incorregible para los primeros creyentes, y el daño que podría haberle causado a la iglesia incipiente era enorme. Tenía determinación y contaba con apoyo oficial para destruir a la nueva iglesia. Sin embargo, respondió fielmente al llamado de Dios camino a Damasco, y se convirtió en el más grande de los apóstoles. “De entre los perseguidores más amargos e implacables de la iglesia de Cristo, surgió el mejor defensor y el heraldo más exitoso del evangelio” (LP 9).
El accionar anterior de Pablo al perseguir a la iglesia primitiva siempre le causaba un profundo sentido de indignidad, aunque podía expresar, con un sentimiento aún más profundo de gratitud, que la gracia de Dios hacia él no había sido en vano. Con la conversión de Pablo, el cristianismo cambió para siempre.
Reavivados por su palabra: Hoy, 1 Tesalonicenses 2 – Durante esta semana, DTG caps. 52,53.