LA CRUZ DE CRISTO | LECCIÓN 7 JUEVES 15 DE AGOSTO
Es reconfortante saber que Dios es un Dios que ve y escucha el clamor de los pobres y los oprimidos. Es asombroso que sea un Dios que, en Jesús, haya experimentado y soportado lo peor de la inhumanidad, la opresión y la injusticia de nuestro mundo. A pesar de toda la compasión y la bondad que Jesús demostró en su vida y su ministerio, su muerte fue el resultado
del odio, los celos y la injusticia.
Desde las angustiosas oraciones de Jesús en el huerto del Getsemaní hasta su arresto, pasando por los “juicios”, las torturas, las burlas, la crucifixión y la muerte, él sufrió una dura prueba de dolor, crueldad, maldad y poder opresor. Todo esto se vio exacerbado por la inocencia, la pureza y la
bondad de aquel que lo sufrió: “Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:7, 8). A través de la óptica de la historia de la salvación, vemos la belleza del sacrificio de Jesús por nosotros, pero no debemos olvidar la brutalidad del sufrimiento y la injusticia que experimentó.
Lee Isaías 53:3 al 6. ¿Qué nos dice esto acerca de lo que le sucedió a Jesús, el inocente que sufrió por los culpables? ¿De qué modo nos ayuda esto a entender lo que experimentó por nosotros?
En Jesús, Dios sabe lo que se siente ser víctima del mal y de la injusticia.
La ejecución de un hombre inocente es una atrocidad; mucho más el asesinato de Dios. Dios se identificó tanto con nosotros en nuestra condición caída que no podemos dudar de su empatía, compasión y fidelidad: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:15). ¡Qué revelación del carácter de nuestro Dios!
¿Cómo empezar siquiera a abarcar con nuestra mente las buenas nuevas de Dios que la Cruz representa?
En todo lo que hacemos por el Señor, especialmente para alcanzar a los necesitados, ¿por qué siempre debemos tener, en el centro de nuestra misión y propósito, la muerte de Jesús como nuestro sustituto, no solo para nosotros sino también para aquellos a quienes ayudamos?
Reavivados por su Palabra:Hoy,1 Reyes 16-Durante esta semana,HAP,caps.52,53.