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LA ELECCIÓN DEL COMPAÑERO DE LA VIDA | Lección 2 Miércoles 10 de abril

abril 11, 2019

LA ELECCIÓN DEL COMPAÑERO DE LA VIDA | Lección 2 Miércoles 10 de abril

Si se supone que debes elegir cuidadosamente a tus amigos, deberías ser aún más cuidadoso cuando se trata de elegir a tu futuro cónyuge. Adán tuvo la gran bendición de que Dios haya diseñado a su compañera de la vida con sus propias manos y desde las entrañas de Adán. La elección de Adán
fue fácil, ya que no solo Eva era la única mujer, sino la mujer perfecta. Al resto de nosotros se nos hace un poco más difícil, ya que nadie es perfecto y tenemos muchas más personas entre las que elegir.
Dado que esta decisión es tan importante, Dios no nos ha dejado sin orientación en este aspecto de la vida. Además de todos los pasos importantes que vimos en la lección del lunes, hay algunos más específicos para seguir en toda la cuestión relativa al matrimonio (analizaremos el tema del
matrimonio con más detalle en la lección 6). De hecho, aparte de la decisión de servir al Señor, la elección del cónyuge casi siempre será la decisión más trascendental que alguien tome en su vida.

¿Qué orientación amplia se encuentra en los siguientes versículos que podría y debería aplicarse a alguien que busca al compañero apropiado para casarse? Salmo 37:27; 119:97; 1 Corintios 15:33; Santiago 1:23-25.

Además de buscar a la persona adecuada para casarte, en primer lugar sé tú la persona adecuada. “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat. 7:12). Alguien podría encontrar un gran cónyuge en potencia, que tenga todas las cualidades que desearía, pero si el que pretende buenas cualidades en el otro personalmente no dispone de ellas surgirán problemas.
Esto no es nada nuevo, e indudablemente no solo pasa en el matrimonio, sino en la vida en general. Pablo se explaya en la introducción de Romanos en su discurso a quienes condenan a los demás por prácticas de las que ellos también son culpables. O como dijo Jesús: “¿Y por qué miras la paja
que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mat. 7:3).

¿Con qué frecuencia desearías que los demás (tu cónyuge, quizá) tuvieran rasgos que, a decir verdad, a ti te faltan? Piénsalo.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Deutoronomio 27 – Durante esta semana, HAp caps. 21, 22.