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LA GENEROSIDAD Y LA CODICIA | Mi茅rcoles 31 de octubre Lecci贸n 05

octubre 30, 2018

LA GENEROSIDAD Y LA CODICIA | Miércoles 31 de octubre Lección 05

Una de las consecuencias naturales de la comunión de los seguidores de Jesús fue el apoyo mutuo entre ellos: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hech. 2:44, 45).
Este uso compartido de bienes en común no era un requisito de la comunidad, sino una consecuencia voluntaria de su amor mutuo en la comunión que experimentaban. También es una expresión concreta de su unidad. Este apoyo mutuo continuó por algún tiempo, y en Hechos 4 y 5 se nos dan más detalles al respecto. También es un tema que encontramos en otros lugares del Nuevo Testamento, como veremos a continuación.
En este contexto se menciona a Bernabé por primera vez. Parece ser una persona rica que poseía tierras. Luego de vender su propiedad para beneficio de la comunidad, les entregó el dinero a los apóstoles (Hech. 4:36, 37). Se presenta a Bernabé como un ejemplo para seguir.

Lee Hechos 4:32 al 37; 5:1 al 11. Compara el comportamiento y la actitud de Bernabé con el de Ananías y Safira. ¿En qué estuvo mal esta pareja?

Además de su pecado de mentir al Espíritu Santo, estas personas también mostraron avaricia y codicia. Tal vez ningún pecado puede destruir la fraternidad y el amor con mayor rapidez que el egoísmo y la codicia. Si Bernabé sirve de ejemplo positivo del espíritu de fraternidad de la iglesia primitiva, Ananías y Safira simbolizan todo lo contrario. Lucas es honesto al compartir esta historia de gente menos virtuosa de la comunidad.
En los Diez Mandamientos (Éxo. 20:1-17), el último mandamiento, sobre la codicia, es diferente de los demás. Mientras que los demás mandamientos hablan de acciones que transgreden visiblemente la voluntad de Dios para con la humanidad, el último mandamiento tiene que ver con lo que está oculto en el corazón. El pecado de la codicia no es una acción, sino un proceso mental. La codicia (y su compañero, el egoísmo) no es un pecado visible, sino una condición de la naturaleza pecaminosa. Se hace visible solo cuando se manifiesta en acciones egoístas, como lo que se evidenció aquí con Ananías
y Safira. En cierto sentido, el último mandamiento es la raíz del mal que se manifiesta en los hechos condenados por todos los otros mandamientos.
Su codicia los expuso a la influencia de Satanás, lo que los llevó a mentirle a Dios; esto no difiere de lo que la codicia también llevó a hacer a Judas.

¿De qué manera podemos intentar desarraigar la codicia de nuestra vida? ¿Por qué la alabanza y la acción de gracias por lo que tenemos son un poderoso antídoto contra este mal?