LA VIDA EN LA IGLESIA PRIMITIVA | Para el 21 de julio de 2018 Lección 3
Sábado 14 de julio
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hechos 2:42-46; 4:34,35; 3:1-26; 4:1-18; 5:1-11; 5:34-39.
PARA MEMORIZAR:
«Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos» (Hech.2:46, 47).
El sentido de urgencia de la iglesia primitiva no podría haber sido más fuerte, La manera en que Jesús había respondido la pregunta sobre el establecimiento del reino mesiánico, que dejaba abierta la cuestión del tiempo (Hech.1:6-8), podía interpretarse como que todo dependía de la venida del Espíritu y de la culminación de la misión apostólica. Por ende, cuando llegó el Pentecostés, los primeros creyentes pensaban que todo se había cumplido: recibieron al Espíritu y compartieron el evangelio con todos aquellos con quienes se relacionaban.
La iglesia se desprendió de sus bienes materiales. Como percibían que el tiempo era corto, vendieron todo lo que tenían, y se dedicaron a la camaradería mientras seguían dando testimonio de Jesús, pero solo en Jerusalén. La vida comunitaria que establecieron, aunque era eficaz para ayudar a los pobres pronto se volvió un problema, y Dios tuvo que intervenir para conservar la unidad de la iglesia. También empezaron a enfrentar oposición.
Reavivados por su Palabra: Hoy, Efesios 2 – Durante esta semana. DTG caps. 49,50.