LA VISIÓN JUANINA DE CRISTO EN PATMOS | Martes 8 de enero Lección 2
Lee Apocalipsis 1:12 al 18. Compara la descripción juanina de Cristo con el Ser divino de Daniel 10:5 y 6. ¿Cómo aparece Jesús en la visión de Juan? ¿Qué está haciendo?
Juan ve a Jesús vestido como Sumo Sacerdote que andaba en medio de los candeleros. La imagen de Jesús en medio de los candeleros señala hacia la promesa de Dios dada al antiguo Israel de que él andaría entre ellos como su Dios (Lev. 26:12). En Apocalipsis, los candeleros representaban las siete iglesias de Asia a quienes originalmente se les envió el libro de Apocalipsis
(Apoc. 1:20) y, como veremos el miércoles, los candeleros también simbolizan a su iglesia a lo largo de toda la historia. Mediante el Espíritu Santo, la atención de Jesús sigue estando sobre su iglesia en la Tierra. Él estará continuamente con su pueblo hasta que lo lleve a su hogar eterno.
Además, la imagen de Jesús como Sumo Sacerdote entre los candeleros se extrae de la práctica ritual del Templo de Jerusalén. La tarea diaria del sacerdote designado era mantener las lámparas del Lugar Santo constantemente encendidas. Recortaba y recargaba las lámparas que se apagaban,
cambiaba las mechas de las lámparas que se habían apagado, las rellenaba con aceite nuevo y las volvía a encender. De ese modo, el sacerdote se familiarizaba con la situación de cada lámpara individual. De la misma manera, Jesús está familiarizado con las necesidades y las circunstancias de su pueblo e intercede por él personalmente.
Lee Apocalipsis 2:2, 9, 13 y 19; y 3:1, 8 y 15. ¿Qué indica la afirmación “Yo conozco” acerca de cuán familiarizado estaba Jesús con las situaciones y las necesidades de esas iglesias?
Jesús se identificó con los títulos de Dios: “El primero y […] el postrero” (ver Isa. 44:6; 48:12). La palabra griega para “postrero” es eschatos, de la que deriva la palabra escatología (estudio de los acontecimientos del tiempo del fin). Esto muestra que el foco de la escatología está en Jesucristo, quien tiene la última palabra sobre los acontecimientos finales. Él es “el que viv[e]” y posee “las llaves de la muerte y del Hades” (Apoc. 1:18). Mediante su muerte y su resurrección, Jesús recibió autoridad para abrir las puertas de la muerte (Job 17:16; Sal. 9:13). Todo el que confíe en él resucitará de la tumba para vida eterna (1 Cor. 15:21-23). Los fieles seguidores de Jesús no necesitan temer, porque incluso los muertos están bajo su cuidado. Y, si eso es así con los
muertos, ¿cuánto más con los vivos? (Ver 1 Tes. 4:16, 17.)
Reavivados por su Palabra: Hoy, Éxodo 38 – Durante esta semana, HAP cap. 3.