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OH, REST脕URNOS OTRA VEZ | Lecci贸n 2 Jueves 11 de enero

enero 11, 2024

OH, RESTÁURNOS OTRA VEZ | Lección 2 Jueves 11 de enero

Lee Salmo 60:1 al 5. ¿Para qué ocasiones crees que este salmo sería una oración adecuada? ¿Cómo podemos beneficiarnos de los salmos de lamento incluso en momentos alegres de la vida?

Los salmos de lamento suelen entenderse como oraciones de personas que viven tiempos difíciles, ya sean físicos, psicológicos o espirituales. O las
tres cosas. Sin embargo, esto no significa que debamos evitar estos salmos, incluso en los buenos tiempos. A veces, puede haber una divergencia total entre las palabras del salmo y la experiencia presente del adorador. Sin embargo, los salmos de lamento pueden ser beneficiosos para los adoradores que no están en dificultades.
En primer lugar, pueden hacernos más conscientes de que el sufrimiento forma parte de la experiencia humana general, y que le llega tanto a justos como a injustos. Los salmos nos aseguran que Dios tiene el control y que nos da fuerza y soluciones en tiempos difíciles. Incluso en este salmo, en medio de la angustia (“Hiciste temblar la tierra”, Sal. 60:2), el salmista muestra su esperanza final en la liberación de Dios.
En segundo lugar, los salmos de lamento nos enseñan a ser compasivos con los que sufren. Al expresar nuestra felicidad y gratitud a Dios, especialmente en público, debemos tener en cuenta a los más necesitados. Claro, puede ser que ahora la estemos pasando bien, pero ¿quién no conoce gente, a nuestro alrededor, que sufre terriblemente? Orar estos salmos puede ayudarnos a no olvidar a quienes pasan por momentos difíciles. Los salmos deberían evocar en nosotros la compasión y el deseo de atender a los que sufren, como lo hizo Jesús.
“Este mundo es un vasto lazareto, pero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que quienes le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo, no se negaba a sanarlos. Y, cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los
mismos resultados?” (Elena de White, El ministerio de la bondad, pp. 27, 28).

¿A quién conoces, en este momento, que necesite no solamente tus oraciones, sino también que lo ayudes de manera práctica?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Isaias 49.