PADRES SIN HIJOS | Domingo 19 de mayo Lección 8
Lee Génesis 18:11 y 30:1; 1 Samuel 1:1 al 8; y Lucas 1:7. ¿Qué tienen en común estas personas? ¿Cómo respondió Dios a sus anhelos?
Los hijos son una bendición. Pero, por alguna razón, Dios no siempre bendice a todos con hijos. Algunos desean tener una familia y oran por ella, y Dios en su bondad les concede su petición; a veces milagrosamente, como en el caso de Sara. Y hay otros que también oran con el mismo fervor ante el Trono de Dios, pero se encuentran con un silencio ensordecedor. Cada vez que ven que sus amigos alaban a Dios por sus embarazos y por la llegada de sus bebés, esto intensifica la profundidad de la herida cuando contemplan su nido vacío. Incluso hay preguntas inocentes como “¿Cuántos hijos tienes?”, que sirven de penosos recordatorios de un “club exclusivo” del que están
excluidos aquellos que no tienen hijos, pese a que quieren sumarse a él.
Quienes han pasado por esa experiencia deben aceptar que Dios comprende su dolor. El salmista declara, de Dios: “Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro” (Sal. 56:8, NTV). Aunque parezca estar en silencio, “como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Sal. 103:13).
Entretanto, hay otros que por varias razones quizá simplemente deciden no tener hijos. Es entendible que algunos, tal vez, decidan no traer hijos a un mundo como el nuestro, tan lleno de sufrimiento, dolor, maldad y calamidades potenciales. En ciertos casos, algunos quizá decidan adoptar hijos en lugar de tener los propios. De esa manera pueden criar a niños que ya
existen, y a menudo les dan la posibilidad de una vida mucho mejor de la que podrían haber tenido.
Nuestro mundo es un lugar complicado, y es probable que nos encontremos con todo tipo de gente en todo tipo de situaciones, en lo relativo a tener o no tener hijos. Cualquiera que sea la situación en la que nos encontremos con respecto al tema de los hijos, podemos vivir con la seguridad de que Dios nos ama y que desea un buen fin para nosotros. Además, al mismo tiempo, recordemos siempre ser lo más delicados posibles con las personas que, por algún motivo, no tienen hijos.
Jesús nunca tuvo hijos naturales propios. ¿Qué lecciones podemos extraer de este hecho?
Reavivados por su palabra: Hoy, Jueces 8 – Durante la semana, HAp cap. 30.