PARA ESTUDIAR Y MEDITAR | LECCIÓN 10 JUEVES 5 DE SEPTIEMBRE
Lee “Dios con nosotros”, en El Deseado de todas las gentes, pp. 11-18; y “Salvados para servir”, en El ministerio de curación, pp. 64-74.
“Dios reclama toda la Tierra como su viña. Aunque ahora esté en manos del usurpador, pertenece a Dios. Es suya tanto por redención como por creación. Cristo hizo su sacrificio por el mundo: ‘De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito’ (Juan 3:16). Es mediante este don único que se imparten todos los demás dones a los hombres. Diariamente el mundo entero recibe las bendiciones de Dios. Cada gota de lluvia y cada
rayo de luz prodigados sobre nuestra raza ingrata, cada hoja, flor y fruto, testifican de la longanimidad y el gran amor de Dios” (PVGM 243).
“Cualquiera sea la diferencia en creencia religiosa, el llamado de la humanidad doliente debe ser oído y respondido. […]
“En nuestro derredor hay pobres almas probadas que necesitan palabras de simpatía y acciones serviciales. Hay viudas que necesitan simpatía y asistencia. Hay huérfanos a quienes Cristo ha encargado a sus servidores que los reciban como una custodia de Dios. Demasiado a menudo se los pasa por alto con negligencia. Pueden ser andrajosos, toscos y aparentemente sin atractivo alguno; pero son propiedad de Dios. Han sido comprados con
precio, y a su vista son tan preciosos como nosotros. Son miembros de la gran familia de Dios, y los cristianos, como mayordomos suyos, son responsables por ellos” (PVGM 318, 319).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Al procurar hacer buenas obras y ayudar a los demás, ¿cómo podemos resistir la tentación de pensar que esto de alguna manera nos hace mejores y nos aporta méritos que Dios debería reconocer?
2. Tu iglesia, ¿es una comunidad en la que “no hay diferencia” (Rom. 10:12), donde todos son uno en Cristo? ¿Cuán inclusiva es tu iglesia? ¿Cómo podría mejorar en ese sentido?
3. ¿Cómo podemos encontrar el equilibrio adecuado para hacer el bien a los necesitados, por la única razón de que ellos lo necesitan y nosotros podemos ayudarlos, mientras que al mismo tiempo nos acercamos a ellos con las verdades del evangelio? ¿Cómo podemos aprender a hacer ambas cosas y por qué siempre es mejor hacer ambas cosas?
Resumen: El amor de Dios, según se expresa en el plan de salvación y se revela en la vida y el sacrificio de Jesús, nos ofrece perdón, vida y esperanza. Como receptores de esta gracia, buscamos compartir esto con los demás, no para obtener la salvación, sino porque para ello hemos sido creados y recreados. Como tal, el evangelio transforma las relaciones y nos impulsa a servir, especialmente a los más necesitados.
Reavivados por su palabra:Hoy,2 Reyes 16-durante esta semana,HAP,cap.57.