PARA ESTUDIAR Y MEDITAR | Viernes 19 de abril Lección 3
Si leemos la historia del antiguo Israel en el desierto, podemos ver una letanía de errores ante grandes cambios, incluso a pesar de la sorprendente revelación del amor y el poder de Dios. De hecho, antes de que Israel finalmente entrara en la Tierra Prometida (y que, por ende, afrontara otro gran cambio), Moisés dijo lo siguiente al antiguo Israel: “Ustedes vieron con sus propios ojos lo que el Señor hizo en Baal Peor, y cómo el Señor su Dios destruyó de entre ustedes a todos los que siguieron al dios de ese lugar.
Pero ustedes, los que se mantuvieron fieles al Señor su Dios, todavía están vivos. Miren, yo les he enseñado los preceptos y las normas que me ordenó el Señor mi Dios, para que ustedes los pongan en práctica en la tierra de la que ahora van a tomar posesión. Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así
demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. Ellas oirán todos estos preceptos, y dirán: ‘En verdad, este es un pueblo sabio e inteligente; ¡esta es una gran nación!’ ¿Qué otra nación hay tan grande como la nuestra? ¿Qué nación tiene dioses tan cerca de ella como lo está de nosotros el Señor
nuestro Dios cada vez que lo invocamos? ¿Y qué nación hay tan grande que tenga normas y preceptos tan justos, como toda esta ley que hoy les expongo? ¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos” (Deut. 4:3-9, NVI). Qué importante es que no olvidemos lo que el Señor ha hecho por nosotros. Y qué mejor manera de no olvidar que enseñárselo a los demás y a los que vienen detrás de nosotros. Observa, además, qué esencial era la familia en todo esto, en cuanto a que debían enseñar estas cosas a sus hijos. Y el pecado en Baal Peor era algo que solo podía ser destructivo para la vida familiar. “El libertinaje fue el pecado que atrajo los castigos de Dios sobre Israel. El atrevimiento de las mujeres para entrampar almas no terminó en Baal-peor” (HC 295).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En la clase, conversen sobre algunos de los preparativos que hicieron para afrontar cualquiera de las grandes etapas de la vida: el matrimonio, la crianza de los hijos, la vejez o cualquier otra. ¿Cómo afectaron esos cambios a la familia? ¿Qué aprendieron que podría ayudar a otros a afrontar las
mismas etapas?
2. Piensa en las palabras de David a Salomón, una vez más, en el contexto de su pecado con Betsabé; una calamidad que arrojó una sombra sobre el resto del reinado de David y que afectó enormemente a su familia para mal. ¿De qué manera, en medio de todo esto, vemos la realidad de la gracia
de Dios en acción?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Deutoronomio 35– Durante esta semana, HAp caps. 23.