PARA ESTUDIAR Y MEDITAR | Viernes 3 de agosto Lección 5
Un general muerto en la batalla es una pérdida para su ejército, pero su muerte no da fuerza adicional al enemigo. Mas cuando un hombre eminente se une al adversario, no solamente se pierden sus servicios, sino también aquellos a quienes él se une obtienen una decidida ventaja. Saulo de Tarso, en el camino a Damasco, podría fácilmente haber sido muerto por el Señor, y se hubiera restado mucha fuerza al poder perseguidor. Pero Dios, en su providencia, no sólo le perdonó la vida, sino también lo convirtió, transfiriendo así a un campeón del bando del enemigo al bando de Cristo. (HAP 102).
“Cristo les había ordenado a los discípulos que fuesen a ensenar a todas las naciones: pero las enseñanzas previas que habían recibido de los judíos hacían que fuese difícil para ellos comprender plenamente las palabras de su Maestro y, por lo tanto, eran lentos para actuar en consecuencia. Se autodenominaban hijos de Abraham y se consideraban herederos de la promesa divina.
Recién varios años después de la ascensión del Señor, su mente se expandió lo suficiente como para entender con claridad la intención de las palabras de Cristo, de que debían trabajar para la conversión tanto de los gentiles como de los judíos” (LP 38).
Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Tesalonicenses 3 – Durante esta semana, DTG caps 52.53.