RECUERDEN A LOS POBRES | Lección 05 Jueves de noviembre
La puesta en común de los recursos personales a menudo era una expresión tangible de unidad en la iglesia primitiva. La generosidad que se describe en los primeros capítulos del libro de Hechos prosigue cuando Pablo invita a las iglesias que fundó en Macedonia y Acaya a hacer una contribución para los pobres de Jerusalén (ver Hech. 11:27-30; Gál. 2:10; Rom. 15:26; 1 Cor. 16:1-4). Ese regalo se convierte en una expresión tangible del hecho de que las iglesias, que se componen principalmente de creyentes gentiles,
cuidan y aman a sus hermanos de ascendencia judía en Jerusalén. A pesar de las diferencias culturales y étnicas, forman un solo cuerpo en Cristo y atesoran el mismo evangelio. El hecho de compartir con los necesitados no solo revela la unidad que ya existía en la iglesia, sino también fortalece esa unidad.
Lee 2 Corintios 9:8 al 15. Según Pablo, ¿cuál será el resultado de la generosidad demostrada por la iglesia de Corinto?
La experiencia de la unidad en la iglesia primitiva nos muestra lo que todavía podemos lograr hoy. No obstante, la unidad no ocurrió sin un compromiso intencional por parte de todos los creyentes. Los dirigentes de la comunidad primitiva consideraban que era su ministerio fomentar la unidad en Cristo. Así como el amor entre el esposo, la esposa y los hijos es un compromiso que debe fomentarse intencionalmente todos los días,
también lo es la unidad entre los creyentes. La unidad que tenemos en Cristo
se promueve y se hace visible de varias maneras.
Los elementos obvios que fomentaron esta unidad en la iglesia primitiva fueron la oración, la adoración, la comunión, una visión común y el estudio de la Palabra de Dios. No solo captaron su misión de predicar el evangelio a todas las naciones, sino también se dieron cuenta de que tenían una responsabilidad de amor y cuidado mutuo. Su unidad se manifestó en su generosidad y apoyo mutuo dentro de sus propias cofradías locales; y en términos más amplios, entre las comunidades de la iglesia, aunque había
largas distancias que las separaban.
“Su benevolencia testificaba que no habían recibido en vano la gracia de Dios. ¿Qué podía producir semejante liberalidad sino la santificación del Espíritu? En ojos de los creyentes y de los incrédulos, era un milagro de la gracia” (HAp 277).
Tu iglesia y tú ¿de qué manera han experimentado los beneficios de la generosidad hacia los demás? Es decir, ¿qué bendiciones reciben los que dan a los demás?