SE DERRIBA EL MURO | Lección 04 Lunes 22 de octubre
Algunas de las divisiones más profundas entre las personas son causadas por diferencias étnicas y religiosas. En muchas sociedades, los documentos de identidad indican la etnia o la religión a la que pertenecen, y estas distinciones a menudo están relacionadas con privilegios o restricciones
con los que la gente tiene que convivir a diario. Cuando surgen guerras o conflictos, estos marcadores de identidad y diferencias muchas veces se convierten en catalizadores de la represión y la violencia.
En Efesios 2:11 al 22, Pablo indica una mejor opción para la comunidad cristiana. ¿Cómo afectan las diferencias nuestra unidad en Cristo? ¿Qué se acabó con la muerte de Jesús en la Cruz?
Pablo invita a los efesios a recordar cómo era su vida antes de recibir la gracia de Dios en Cristo. Las diferencias étnicas, culturales y religiosas creaban animosidad y conflictos entre los grupos de personas. Pero lo bueno es que, en Cristo, todos somos una sola persona con un Salvador y un Señor en común. Todos pertenecemos al pueblo de Dios. “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efe. 2:13).
El antiguo Templo de Jerusalén tenía una pared de separación que distinguía las secciones accesibles solo para judíos étnicos. Este muro tenía una inscripción que prohibía avanzar a los extranjeros, bajo pena de muerte.
Este es el reglamento del que acusaron a Pablo de transgredir cuando entró en el Templo después de sus viajes misioneros. Cuando Pablo fue arrestado, lo acusaron de introducir al sector judío del Templo a un efesio llamado Trófimo (Hech. 21:29). En esta epístola, Pablo argumenta que Cristo “es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” (Efe. 2:14).
En Cristo, los creyentes son descendientes de Abraham y reciben la circuncisión del corazón. La circuncisión física que Dios le dio a Abraham señalaba la circuncisión espiritual que los creyentes recibirían en Cristo (ver Deut. 10:16). “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión
no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo” (Col. 2:11).
Vuelve a leer Efesios 2:11 al 22. ¿De qué manera vemos reflejada en nuestra iglesia la realidad de lo que Pablo escribió aquí? ¿Qué desafíos persisten?