SOLO LA PALABRA DE DIOS | Lección 5 Domingo 28 de abril
Lee Salmo 119:103, 104, 147 y 162. ¿Cuál era la actitud de David hacia la Palabra de Dios? ¿Cómo influyó esto en los reformadores, y cómo influye en nuestra vida en la actualidad?
La Biblia era el fundamento de la fe de los reformadores y la esencia de su enseñanza. Comprendieron que estaban tratando con la inspirada “palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Ped. 1:23). Atesoraban cada palabra. A medida que leían sus páginas y creían en sus promesas, su fe se fortalecía y su valor se renovaba. “Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas, nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder. Son hojas de ese árbol que son ‘para la sanidad de las naciones’ (Apoc. 22:2). Recibidas y asimiladas, serán la fortaleza del carácter, la inspiración y el sostén de la vida. Nada tiene tal virtud curativa. Ninguna otra cosa puede impartirnos el valor y la fe que dan energía vital a todo el ser” (Elena de White, El ministerio de curación, p. 85).
Las Escrituras irradian gozo a nuestro dolor, esperanza a nuestro desaliento, luz a nuestra oscuridad. Dan dirección a nuestra confusión, certeza a nuestra perplejidad, fortaleza a nuestra debilidad y sabiduría a nuestra ignorancia.
Cuando meditamos en la Palabra de Dios y confiamos por fe en sus promesas, el poder vivificador de Dios vigoriza todo nuestro ser, física, mental, emocional y espiritualmente. Los reformadores saturaban su mente con las Escrituras. Vivían por la Palabra, y muchos de ellos murieron por la Palabra. No eran cristianos casuales, complacientes y descuidados, con una vida devocional superficial. Sabían que sin el poder de la Palabra de Dios no resistirían las fuerzas del mal dispuestas contra ellos.
La pasión de John Wycliffe era traducir la Biblia al inglés a fin de que la gente común pudiera leerla y entenderla. Como eso era ilegal, fue juzgado por su fe, condenado como hereje y sentenciado a muerte. En su juicio, Wycliffe hizo un serio llamado: “ ‘¿Contra quién piensan que están contendiendo? ¿Contra un anciano que ya está al borde del sepulcro? ¡No!, ¡contra la Verdad!; ¡la Verdad que es más fuerte que ustedes y que los vencerá!’ ” (Wylie, lib. 2, cap. 13, citado en Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 97). Las últimas palabras de Wycliffe se cumplieron cuando la luz de la verdad de Dios disipó la oscuridad de la Edad Media.
¿De qué manera te han consolado las Escrituras en tiempos de prueba?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Ezequiel 34.