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EDÉN Y CANAÁN | Lección 9 Domingo 23 de noviembre

noviembre 23, 2025

EDÉN Y CANAÁN | Lección 9 Domingo 23 de noviembre

Lee Génesis 2:15; 3:17-24. ¿Cuáles fueron las consecuencias de la Caída en relación con el espacio vital de la primera pareja humana?

En ocasión de la Creación, Dios colocó a Adán y a Eva en un entorno perfecto, caracterizado por la abundancia y la belleza. La primera pareja humana se encontraba con su Creador en el marco de un espacio vital encantador que podía satisfacer todas sus necesidades físicas. Además de la palabra divina hablada, el Jardín del Edén sirvió como centro de aprendizaje. Allí Adán y Eva adquirieron una visión significativa del carácter de Dios y de la existencia que él quería para ellos. Por lo tanto, cuando rompieron la relación de confianza con su Creador, su relación con el Jardín del Edén también cambió y, como señal de esa relación rota, tuvieron que abandonar ese ámbito perfecto. Perdieron el territorio que Dios les había dado. En consecuencia, el Jardín del Edén se convirtió en el símbolo de la vida abundante, como observaremos al tratar el tema de la Tierra Prometida.

¿Cómo percibieron los patriarcas la promesa de la tierra? (Ver Gén. 13:14, 15; 26:3, 24; 28:13). ¿Qué significa para nosotros, como adventistas, vivir como herederos de las promesas (Heb. 6:11-15)?

Cuando Abraham entró en la tierra que Dios le había mostrado, esta se convirtió, por la fe, en la Tierra Prometida para él y sus descendientes; y así continuó siendo durante 400 años. Los patriarcas no eran realmente dueños de la tierra, ya que no podían legarla a sus hijos como herencia. En realidad, ella pertenecía a Dios, así como le había pertenecido el Jardín del Edén. De la misma manera en que Adán y Eva no hicieron nada que les diera derecho al Jardín del Edén, Israel tampoco había aportado nada para merecer la tierra. La Tierra Prometida fue un regalo de Dios basado en su propia iniciativa. Israel no tenía ningún derecho inherente a poseerla (Deut. 9:4-6); solo podía poseerla por la gracia de Dios. Los patriarcas fueron herederos de las promesas hasta que estas se cumplieron. Nosotros, como seguidores de Cristo, hemos heredado promesas aún mejores (Heb. 8:6), que se cumplirán si llegamos a ser “imitadores de los que por la fe y la paciencia heredan las promesas” (Heb. 6:12).

Reavivados por su Palabra: Hoy,  JUECES 10.