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LA PUERTA DE ESPERANZA | Miércoles 5 de noviembre Lección 6

noviembre 7, 2025

LA PUERTA DE ESPERANZA | Miércoles 5 de noviembre Lección 6

Lee Josué 8:1-29. ¿Qué nos dice esta historia acerca de la capacidad de Dios para transformar aun nuestros mayores fracasos en oportunidades?

La estrategia de Dios convirtió la derrota inicial de Israel en una ventaja táctica, lo cual transformó el Valle de Acor (palabra hebrea que significa “angustia”) en una puerta de esperanza (comparar con Ose. 2:15). La excesiva confianza propia tras su victoria sobre Israel llevó a los habitantes de Hai a repetir su estrategia y atacar a los israelitas, que fingieron retirarse derrotados. Una vez que los de Hai fueron atraídos fuera de su fortaleza, los 30.000 israelitas ocultos cerca de la ciudad (Jos. 8:4) la capturaron y la incendiaron. Josué 8:7 deja claro que la victoria no fue el resultado de la estrategia, sino de que el Señor mismo entregó la ciudad a los israelitas. Incluso en un capítulo en el que los aspectos militares dominan la narración más que en ningún otro del libro, el texto pone de relieve la verdad subyacente de que la victoria es un don de Dios.
El momento decisivo de la batalla se produjo cuando los hombres de Hai abandonaron la ciudad y comenzaron a perseguir a los israelitas. Esta fue la segunda ocasión en la que Dios habló después de instruir a Josué acerca de la estrategia que debían emplear para capturar la ciudad (Jos. 8:2), señalando así que él era quien supervisaría la batalla. Hasta este punto del relato, desconocíamos el desenlace del encuentro bélico, pero ahora quedó claro que el ejército israelita saldría victorioso.
El arma en la mano de Josué era una hoz, no una espada o jabalina. Puede ser que en tiempos de Josué no se utilizara como arma propiamente dicha, pero se había convertido en un símbolo de soberanía. Además de dar la señal de ataque, ella ilustraba la soberanía de Dios en la derrota de Hai. El hecho de mantener la hoz extendida hasta obtener la victoria completa demostró que Josué había asumido plenamente el papel de liderazgo que Moisés había ejercido en ocasión del cruce del Mar Rojo (Éxo. 14:16) y en la guerra contra los amalecitas (Éxo.17:11-13), cuando Josué había dirigido personalmente el combate. Esta vez no hubo una intervención visible y milagrosa de Dios, pero la victoria sobre Hai no contó con menos asistencia divina que la obtenida sobre los egipcios en la primera generación o en la reciente victoria sobre Jericó. La clave del éxito estuvo en la fe de Josué en la Palabra del Señor y en su inquebrantable obediencia a ella. El principio que se destaca en esta historia sigue siendo válido para el pueblo de Dios hoy, dondequiera que resida y cualesquiera sean sus desafíos.

Reavivados por su Palabra: Hoy,  Josue 16.