LA PASCUA | Lunes 10 de noviembre Lección 7
¿Por qué es significativo que Josué eligiera celebrar la Pascua a pesar de la apremiante e inmensa tarea de tomar posesión de la Tierra Prometida? Lee Josué 5:10; Éxodo 12:6; Levítico 23:5; Números 28:16 y Deuteronomio 16:4, 6.
La segunda actividad importante que precedió a la conquista fue la celebración de la Pascua. Esta tuvo lugar en la tarde del decimocuarto día del mes, en cumplimiento fiel de las instrucciones dadas por Dios. En tal ocasión, se hizo especial hincapié en el significado simbólico de la celebración de la Pascua. Los acontecimientos dirigidos por Josué reflejaban los del Éxodo. La Pascua evocaba la noche en que tuvo lugar la décima plaga (Éxo. 12), cuando el ángel del Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto y perdonó a los israelitas. Luego se produjo la salida de Egipto, el cruce del Mar Rojo y la travesía por el desierto.
A diferencia de ello, la historia de la segunda generación comenzó en el desierto, continuó con el cruce del Jordán, incluyó la circuncisión y la celebración de la Pascua, y condujo al momento crucial en que cabía esperar otra intervención milagrosa del Señor contra los enemigos de Israel, los habitantes de Canaán. Junto con todos los eventos previos, la celebración de la Pascua señaló el inicio de una nueva era en la historia de Israel.
Además, mediante el símbolo del cordero sacrificado, la Pascua no solo recordaba la redención de los israelitas de la esclavitud egipcia, sino también señalaba su cumplimiento antitípico en ocasión de la muerte del Cordero de Dios (Juan 1:29, 36; 1 Cor. 5:7; 1 Ped. 1:18, 19), quien nos rescató de la esclavitud
del pecado. En la Cena del Señor, antes de ofrecerse a sí mismo como sacrificio supremo, Jesús transformó la Pascua en un memorial de su muerte expiatoria (Mat. 26:26‐29; 1 Cor. 11:23-26). Sin embargo, la Pascua y la Cena del Señor señalan una realidad aún más gloriosa: el ingreso de la multitud redimida en la Canaán Celestial. En Apocalipsis, Juan describe esta “travesía” antitípica de los redimidos sobre el mar de cristal –el correlato tipológico del Mar Rojo y del Jordán–, ante el Trono de Dios (Apoc. 4:6; 7:9, 10) y su participación en la cena de bodas del Cordero, prefigurada tipológicamente por la Pascua y la Cena del Señor (Mat. 26:29; Apoc. 19:9).
¿De qué manera podemos tener siempre presente la realidad de la Cruz aunque no estemos celebrando la Cena del Señor?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Josue 21
