EL ESPÍRITU SANTO | Miércoles 11 de diciembre Lección 11
El Espíritu Santo no es tan prominente en el Evangelio de Juan como el Padre y el Hijo. Sin embargo, su papel es crucial para el éxito de la misión de Jesús.
Lee Juan 1:10 al 13. ¿Qué nos enseña este texto acerca de la importancia del Espíritu Santo para la conversión?
En el primer capítulo de Juan podemos ver cuán central es el papel del Espíritu Santo. Juan nos dice que todos los que recibieron la Palabra, es decir, quienes creyeron en él, se convirtieron en hijos de Dios, quienes “no nacieron en forma natural, por voluntad humana, ni por el deseo de un hombre, sino que nacieron de Dios” (Juan 1:13). Esto solo es posible gracias a la obra del Espíritu Santo.
¿Qué dicen los siguientes pasajes acerca de las actividades del Espíritu Santo? Juan 3:5-8; 6:63; 14:26; 15:26; 16:7-11.
“Al describir a sus discípulos la obra interior del Espíritu Santo, Jesús trató de inspirarlos con el gozo y la esperanza que alentaba su propio corazón. Se regocijaba por la ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones que podía solicitar de su Padre para la exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser dado como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido inútil. El poder del mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la sumisión de los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa. El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la tercera Persona de la Deidad, quien iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino” (Elena G. de
White, El Deseado de todas las gentes, p. 625). Qué bendición es, entonces, recibir al Espíritu Santo, quien corrobora que Dios es verdadero (Juan 3:33). El Espíritu es quien convence de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8-11). Por lo tanto, la clave para saber qué es correcto, verdadero y bueno es la sumisión de nuestra razón y de las experiencias de nuestra vida a la Palabra de Dios, mediante el poder del Espíritu Santo para persuadir y convencer de pecado.
Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Corintios 01.