EL FUERTE CLAMOR | Lección 12 Jueves 20 de junio
Lee Apocalipsis 18:1 al 4, Habacuc 2:14 y Mateo 24:14. ¿Cómo se terminará la obra de Dios en la Tierra, según estos versículos?
El ángel que anuncia la caída de Babilonia tiene “gran poder”. Al igual que los ángeles de Apocalipsis 14, este ángel representa a mensajeros humanos. Este ángel revela la gloria de Dios tan perfectamente que ilumina toda la Tierra. La palabra griega para autoridad, o poder, en el Nuevo Testamento es exousia. A menudo se refiere al triunfo de Cristo sobre los principados y potestades del
infierno. Jesús utiliza esta palabra en el Evangelio de Mateo en armonía con la misión encomendada a sus discípulos. En Mateo 10:1 Jesús otorga autoridad a sus discípulos sobre los principados y potestades del infierno. Los envía con el poder divino para salir victoriosos en la batalla entre el bien y el mal. En Mateo 28, una vez más los envía con “toda autoridad […] en el cielo y en la tierra” para que “vayan a todas las naciones, [y] hagan discípulos” (Mat. 28:18, 19).
La iglesia del Nuevo Testamento –henchida del poder del Espíritu Santo, y con la autoridad del Cristo vivo que en su vida y su muerte triunfó sobre los principados y potestades del infierno– iluminó la Tierra con la gloria de Dios.
En pocos años, los discípulos proclamaron el evangelio al mundo entonces conocido (Col. 1:23). En el tiempo del fin, el Espíritu Santo se derramará con un poder sin precedentes, y el evangelio se extenderá rápidamente hasta los confines de la Tierra. Miles se convertirán en un día, y la gracia de Dios y la verdad impactarán a todo el planeta. De esta manera, el mundo será advertido y el evangelio (y la esperanza que este ofrece) se extenderá por todo el mundo.
“La gran obra del evangelio no terminará con menor manifestación del poder de Dios que la que señaló su comienzo. Las profecías que se cumplieron en el derramamiento de la lluvia temprana, al principio de la obra del evangelio, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicha obra.[…] “Siervos de Dios, con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje del Cielo. Miles de voces darán la advertencia por toda la Tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán, y signos y prodigios seguirán a los creyentes” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 669, 670).
¿Qué está retrasando el poderoso derramamiento del Espíritu Santo, la lluvia tardía y el fuerte clamor? Por más pequeña que sea nuestra tarea individual, ¿qué función podemos desempeñar para estar abiertos y receptivos al derramamiento del Espíritu Santo?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Abdias 01.