EL MINISTERIO DE JESÚS EN EL SANTUARIO CELESTIAL | Martes 20 de noviembre Lección 08
En el Antiguo Testamento, Dios instruyó a Moisés con el fin de que construyera un tabernáculo, o santuario, para que él “habite” aquí en la Tierra (Éxo. 25:8, NVI). Mediante sus servicios, el santuario fue donde se le enseñó al pueblo de Israel el plan de salvación. Más adelante, en la época del rey Salomón, el tabernáculo portátil fue reemplazado por un magnífico templo
(1 Rey. 5-8). Tanto el tabernáculo como el templo tomaron como modelo el Santuario celestial, el “verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb. 8:2; ver además Éxo. 25:9, 40).
En toda la Biblia, se da por sentado que hay un Santuario celestial, que es la morada principal de Dios. Los servicios del santuario terrenal eran “miniprofecías” del plan de salvación y del ministerio sacerdotal de Jesús
en el cielo.
Lee Hebreos 8:6; 9:11, 12 y 23 al 28; y 1 Juan 1:9 al 2:2. ¿Qué nos enseñan estos pasajes acerca del ministerio sacerdotal de Jesús en el cielo?
Desde su ascensión, el Santuario celestial es el lugar donde Cristo lleva a cabo su ministerio sacerdotal para nuestra salvación (ver Heb. 7:25). Por lo tanto, se nos anima a “acer[carnos…] confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16). Así como el tabernáculo terrenal tenía dos fases en su ministerio sacerdotal
(primero, cada día, en el Lugar Santo; y luego, una vez al año, en el Lugar Santísimo), las Escrituras también describen estas dos fases del ministerio de Jesús en el cielo. Su ministerio en el Lugar Santo en el cielo se caracteriza por la intercesión, el perdón, la reconciliación y la restauración. Los pecadores arrepentidos tienen acceso inmediato al Padre a través de Jesús, el mediador (1 Juan 2:1). Desde 1844, el ministerio de Jesús en el
Lugar Santísimo se ocupa de los aspectos del juicio y la purificación que se realizaban una vez al año en el Día de la Expiación (Lev. 16). El ministerio de purificación del Santuario también se basa en la sangre derramada por
Jesús. La expiación que se realizaba ese día prefiguraba la aplicación final de los méritos de Cristo para eliminar la presencia del pecado y lograr la reconciliación completa del universo en un solo gobierno armonioso bajo la soberanía de Dios. La doctrina de este ministerio en dos fases es una contribución adventista peculiar para interpretar todo el plan de salvación.