EL RECLAMO RECURRENTE DE JUSTICIA | LECCIÓN 5 DOMINGO 28 DE JULIO
A pesar del plan divino claramente detallado para la nación israelita,el pueblo israelita rara vez estuvo a la altura de su llamado. No muchas
generaciones después de establecerse en la tierra, le pidieron a Samuel, el profeta y juez, que designara un rey para dirigir a su nación, “como tienen
todas las naciones” (1 Sam. 8:5).
Lee 1 Samuel 8:10 al 18. ¿Cuál fue la advertencia de Samuel al pueblo en respuesta a su pedido de un rey?
Samuel reconoció que este era un paso importante para ser como las otras naciones en otros sentidos también. Si bien Samuel procuró aconsejar
al primer rey, Saúl, no pasó mucho tiempo antes de que su profecía comenzara a hacerse realidad. Incluso en el apogeo del reino israelita, David y Salomón no escaparon de las tentaciones, la corrupción y los excesos de poder.
A lo largo de los reinados de los reyes de Israel y Judá, una de las respuestas de Dios fue enviar profetas para que dieran a conocer su voluntad
y recordarles a los dirigentes y al pueblo israelita sus responsabilidades de origen divino para con los miembros olvidados de su sociedad.
En los escritos de los profetas hebreos, vemos un llamado continuo y recurrente a vivir justamente y a hacer justicia en la sociedad. Al confrontar
la infidelidad de Israel y sus líderes, los profetas eran una voz habitual y urgente para los que no tienen voz, especialmente aquellos que padecían
porque Israel no hacía la voluntad de Dios.
Al reflexionar sobre la pasión de los profetas del Antiguo Testamento,Abraham Joshua Heschel contrasta nuestra complacencia con sus urgentes
llamados de justicia: “Las cosas que horrorizaron a los profetas ocurren a diario incluso en la actualidad en todo el mundo. […] Su intensa impaciencia
frente a la injusticia nos puede sonar a histeria. Nosotros mismos continuamente presenciamos actos de injusticia, manifestaciones de hipocresía,
falsedad, indignación, miseria, pero rara vez nos indignamos o albergamos demasiadas esperanzas. Para los profetas, incluso una injusticia menor
asume proporciones cósmicas” (The Prophets [Los profetas], pp. 3, 4).
Lo que estos profetas nos ofrecen es una vislumbre del corazón y la mente de Dios. Al hablar en nombre de Dios, pueden ayudarnos a ver la injusticia
y el sufrimiento de nuestro mundo a través de los ojos llenos de lágrimas de Dios. Pero esta pasión también es un llamado a la acción, a trabajar con
Dios para aliviar y remediar la opresión y el dolor de quienes nos rodean.
¿De qué manera a veces tratamos de ser como “todas las naciones” en aspectos que podrían ser perjudiciales para nosotros y para los demás?
Reavivados por su Palabra:Hoy,2 Samuel 22-Durante esta semana,HAP,caps.47-49.