HAS RECIBIDO GRATIS, DA GRATIS | Jueves 9 de enero Lección 2
Así como el siervo de la parábola no podía pagar su deuda a su amo, nosotros nunca podríamos compensar a Dios por la nuestra. Nunca podríamos ganar o merecer el amor de Dios. «Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom. 5: 8). ¡Qué amor tan asombroso! Como dice 1 Juan 3: 1: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios».
Sin embargo, lo que podemos y debemos hacer es reflejar el amor de Dios a los demás tanto como nos sea posible. Si hemos recibido tanta compasión y perdón, ¿cuánto más deberíamos otorgar compasión y perdón a los demás?
Recordemos que el siervo perdió la compasión y el perdón de su amo porque no se los concedió a su consiervo. Si realmente amamos a Dios, no dejaremos de reflejar su amor a los demás.
Lee Juan 15: 12; 1 Juan 3: 16; y 1 Juan 4: 7 al 12. ¿Qué enseñan estos pasajes acerca del amor de Dios y de la relación entre su amor, nuestro amor a él y el amor a los demás?
Inmediatamente después de Juan 15: 12, Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando» (Juan 15: 14, RVC). ¿Qué les ordenó Jesús (al igual que a nosotros)? Entre otras cosas, que amaran a los demás como él los amaba. Aquí y en otros lugares, el Señor nos ordena amar a Dios y amarnos mutuamente. En resumen, debemos reconocer que se nos ha perdonado una deuda infinita e impagable para nosotros, una deuda que fue cancelada en la Cruz en favor de nosotros. Por tanto, debemos amar a Dios, alabarlo y ser amorosos y misericordiosos con los demás. Como enseña Lucas 7: 47, mucho ama aquel a quien mucho se le ha perdonado, pero «a quien se le perdona poco, poco ama».
¿Quién de nosotros no es consciente de cuánto se le ha perdonado? Si amar a Dios implica amar a los demás, debemos compartir con urgencia el mensaje del amor de Dios, tanto de palabra como por obra. Deberíamos ayudar a las personas en su vida cotidiana aquí y ahora, tratar de ser un instrumento del amor de Dios y dirigir la atención de los demás hacia aquel que les ofrece la vida eterna en un Cielo y una Tierra nuevos, una nueva creación de este mundo que está tan estropeado y devastado por el pecado y la muerte, los frutos lúgubres de rechazar el amor de Dios.
¿Qué pasos concretos puedes dar para amar a Dios amando a los demás? ¿Qué podrías hacer hoy y en los próximos días para mostrar a las personas el amor de Dios e invitarlas a disfrutar de lo que significa aceptar la promesa de la vida eterna?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Gálatas 01.