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«¿HASTA CUÁNDO, SEÑOR?» | Lección 7 Domingo 9 de febrero

febrero 9, 2025

«¿HASTA CUÁNDO, SEÑOR?» | Lección 7 Domingo 9 de febrero

El problema del mal se expresa no solo en contextos contemporáneos, sino también en la propia Escritura.

Lee Job 30: 26; Jeremías 12: 1; 13: 22; Malaquías 2: 17; y Salmo 10: 1. ¿Cómo traen estos textos el problema del mal al primer plano de la experiencia humana?

Estos textos plantean muchas preguntas que siguen vigentes hoy. ¿Por qué parece que los malvados siempre, o al menos con frecuencia, prosperan y se benefician de su maldad? ¿Por qué sufren tanto los justos? ¿Dónde está Dios cuando ocurre el mal? ¿Por qué Dios parece a veces estar lejos de nosotros, incluso oculto? Independientemente de qué respuestas demos a esas preguntas y al problema del mal en general, debemos asegurarnos de no trivializarlo. No debemos tratar de resolver la cuestión restando importancia al tipo o la cantidad de mal existente en el mundo. El mal es muy nefasto, y Dios lo odia más que nosotros. Por eso, podríamos unirnos al clamor que resuena en toda la Escritura en respuesta a los muchos males e injusticias del mundo: «¿Hasta cuándo, Señor?».

Lee Mateo 27: 46. ¿Cómo entiendes estas palabras de Jesús? ¿Cómo expresan el hecho de que el mal impactó a Dios de la forma más sorprendente?

Jesús mismo preguntó en la Cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mat. 27: 46). Vemos aquí que Dios mismo resulta afectado por el mal, una asombrosa verdad poderosamente destacada por el sufrimiento y la muerte de Cristo en la Cruz, donde todo el mal del mundo recayó sobre él. Pero incluso aquí hay esperanza. Lo que Cristo hizo en la Cruz significó la derrota de Satanás, el originador y la fuente del mal, y terminará finalmente con el mal. Jesús citó esas palabras de Salmo 22: 1, que concluye con una nota de victoria.

Jesús fue sostenido en la Cruz por una esperanza cuyo cumplimiento no podía ver en ese momento. ¿Cómo podemos encontrar consuelo en su
experiencia cuando tampoco podemos ver el cumplimiento de nuestra esperanza?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Timoteo 4.