HISTORIA SÁNDWICH: PARTE 1 | Miércoles 17 de julio Lección 3
Lee Marcos 3:20 al 35. ¿Qué conexión ves entre las dos historias entrelazadas en este pasaje?
Este pasaje es la primera “historia sándwich” en Marcos, donde se inicia una historia, se la interrumpe con otra, y se completa luego la primera. La historia externa es la que se refiere a los parientes de Jesús tratando de hacerse cargo de él porque piensan que está fuera de sí (Mar. 3:21). La historia interior (el contenido del sándwich) es la de los escribas procedentes de Jerusalén que acusan a Jesús de ser cómplice del diablo. Nuestro estudio de hoy se centra en la historia interior, que se encuentra en Marcos 3:22 al 30.
En Marcos 3:22, los escribas presentan la acusación de que el poder sanador de Jesús proviene del diablo. Jesús responde primero con una pregunta general:
“¿Cómo puede Satanás echar a Satanás?” No tiene sentido que Satanás obre en contra de sí mismo. Jesús procede luego a hablar de la división dentro de un
reino, de una casa y de Satanás mismo, mostrando cuán absurda sería una división tal con miras al éxito. Pero, luego, el Señor cambia súbitamente de ilustración y habla de atar a un hombre fuerte a fin de saquear su casa. En este último ejemplo, Jesús es el ladrón que entra en la casa de Satanás y quien ata al
príncipe de las tinieblas para poner en libertad a sus cautivos.
Lee Marcos 3:28 al 30. ¿En qué consiste el pecado imperdonable?
El pecado imperdonable es el pecado contra el Espíritu Santo y consiste en atribuir al diablo la obra del Espíritu. Pon atención a Marcos 3:30: la razón por la
que Jesús hace la declaración de los versículos 28 y 29 es que los escribas dicen que él tiene un espíritu inmundo cuando, en realidad, tiene al Espíritu Santo. Si
llamas a la obra del Espíritu Santo la obra del diablo, no escucharás al Espíritu Santo, pues nadie en su sano juicio quiere ser guiado por el diablo.
¿Por qué el hecho de temer haber cometido el pecado imperdonable es en sí una evidencia de que no se lo ha cometido?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Zacarías 5.