LA BIBLIA COMO NORMA IMPERANTE | Lección 5 Domingo 26 de abril
Desde el comienzo, los Adventistas del Séptimo Día se consideran “el pueblo del Libro”; es decir, cristianos que creen en la Biblia. Para afirmar el principio bíblico de Sola Scriptura (solo la Biblia), reconocemos la autoridad única de la Biblia. Solo la Escritura es la norma imperante para nuestra teología, y la máxima autoridad para la vida y la doctrina. Otras fuentes, como la experiencia religiosa, la razón humana o la tradición, están subordinadas a la Biblia. De hecho, el principio de Sola Scriptura tenía la intención de salvaguardar la autoridad de las Escrituras de la dependencia de la iglesia y su interpretación, y descartaba la posibilidad de que la norma para su interpretación fuera ajena a la Biblia.
Lee 1 Corintios 4:1 al 6, especialmente el versículo 6, en el que Pablo dice que no debemos “pensar más de lo que está escrito”. ¿Por qué este aspecto es tan crucial para nuestra fe?
No ir más allá de lo que está escrito no excluye las perspectivas de otros campos de estudio, como la arqueología bíblica o la historia. Otros campos pueden arrojar luz sobre algunos aspectos bíblicos y el trasfondo de los pasajes de las Escrituras, y por lo tanto pueden ayudarnos a entender mejor el texto bíblico. Tampoco excluye la ayuda de otros recursos en la tarea de interpretación, como los léxicos, los diccionarios, las concordancias y otros libros y comentarios. Sin embargo, en la correcta interpretación de la Biblia, el texto de la Escritura tiene prioridad sobre todos los demás aspectos, ciencias y ayudas secundarias. Otras perspectivas deben evaluarse cuidadosamente desde el punto de vista de la Escritura en su conjunto.
Lo que afirmamos positivamente cuando practicamos el principio de Sola Scriptura es que, si surge un conflicto en la interpretación de nuestra fe, entonces la Biblia sola posee la autoridad que trasciende y juzga cualquier otra fuente o tradición eclesiástica. No debemos ir más allá o en contra de lo que está escrito en la Biblia. El verdadero cristianismo y la convincente predicación del evangelio dependen de un compromiso firme con la autoridad de las Escrituras.
“Solo la Biblia es el verdadero señor y maestro de todos los escritos y doctrinas de la Tierra” (M. Lutero, Luther’s Works, t. 32, pp. 11, 12). Lee Hechos 17:10 y 11. ¿Cómo fundamentan estos versículos lo que estamos hablando aquí en cuanto a la primacía de la Escritura?
Reavivados por su palabra: Hoy, Salmos 84– Durante esta semana, CS cap. 32.