LA CURACIÓN DE UN PARALÍTICO | Lección 3 Domingo 14 de julio
Lee Marcos 2:1 al 12. ¿Qué quería el paralítico cuando fue traído ante Jesús, y qué recibió?
El hombre estaba paralítico; sus cuatro amigos, por lo tanto, tuvieron que llevarlo hasta Jesús. Tras perforar el techo y hacer descender al hombre hasta la presencia de Jesús, Marcos 2:5 destaca el hecho de que Jesús vio la fe de ellos. ¿Cómo puede la fe resultar visible? Al igual que el amor, llega a ser visible en virtud de las acciones que motiva, como lo ilustra claramente la persistencia de los amigos.
La necesidad obvia del hombre era física. Sin embargo, cuando llega ante la presencia de Jesús, las primeras palabras que Jesús pronuncia tienen que ver con el perdón de pecados. El hombre no pronuncia palabra alguna durante toda la escena. En lugar de ello, son los dirigentes religiosos quienes objetan (mentalmente) lo que Jesús acaba de decir. Consideran que sus palabras son blasfemas, que difaman a Dios y que significan arrogarse prerrogativas que pertenecen solo a Dios. Jesús sale al encuentro de sus objetores en su mismo terreno usando un estilo de argumentación típicamente rabínico llamado “de lo menor a lo mayor”. Una cosa es decir que los pecados de una persona son perdonados; otra cosa es lograr que una persona paralítica vuelva a caminar. Si Jesús puede hacer que el hombre vuelva a caminar por el poder de Dios, su aseveración acerca del perdón de pecados resulta corroborada.
Lee Miqueas 6:6 al 8. ¿Cómo explica este texto lo que está sucediendo entre Jesús y los dirigentes religiosos?
Estos dirigentes religiosos habían perdido de vista lo que realmente importaba: la justicia, la misericordia y la conducta humilde ante Dios. Estaban tan obsesionados defendiendo su manera de entender a Dios que no veían la actuación de Dios ante sus propios ojos. Nada indicó que hubieran cambiado de manera de pensar acerca de Jesús, aun cuando les dio sobradas evidencias de que procedía de Dios, no solo al demostrarles que podía leer su mente, sino también sanando al paralítico en presencia de ellos, y de una manera que no podían negar.
¿Cómo podemos evitar caer en la misma trampa que estos hombres, tan obsesionados por las formas de la religión que perdieron de vista lo que era realmente importante en la religión verdadera (ver Santiago 1:27)?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Zacarías 2.