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LA DEFENSA DEL LIBRE ALBEDRÍO | Miércoles 12 de febrero Lección 7

febrero 11, 2025

LA DEFENSA DEL LIBRE ALBEDRÍO | Miércoles 12 de febrero Lección 7

Por mucho que no comprendamos acerca de los caminos y los pensamientos de Dios, las Escrituras revelan algunas cosas que ayudan a abordar el problema del mal. Una vía para ello se conoce como la defensa del libre albedrío. De acuerdo con esa perspectiva, el mal es el resultado del uso equivocado del libre albedrío por parte de los seres humanos. Dios, por lo tanto, no es responsable del mal, pues este es el resultado del mal uso que las criaturas hacen de la libertad que Dios les ha concedido. ¿Por qué, sin embargo, otorgaría Dios libre albedrío si esto llevaría al mal? Respondiendo a esta pregunta, C. S. Lewis escribió que «el libre albedrío, aunque hace que el mal sea posible, es también lo único que hace posible que el amor o la bondad o el gozo valgan la pena. Un mundo de autómatas, de criaturas que operen como máquinas, apenas si valdría la pena ser creado. La felicidad que Dios determina para sus criaturas más elevadas es la felicidad de estar libre y voluntariamente unidas con él y entre sí, […] y para eso tienen que ser libres» (Cristianismo y nada más [Caribe, 1977], p. 58).

Lee Génesis 2: 16 y 17. ¿Cómo muestran estos versículos la libertad moral concedida por Dios a Adán y a Eva?

¿Por qué pedirles que no hicieran algo si carecían de libre albedrío? Adán y Eva comieron el fruto prohibido, y desde entonces nuestro planeta se ha llenado de maldad. En Génesis 4, el capítulo siguiente a la narración de la Caída, se ven las terribles consecuencias del pecado en el asesinato de Abel a manos de su hermano. La narración de la Caída muestra cómo el Enemigo se valió del libre albedrío de Adán y Eva para introducir el pecado y el mal en la historia de nuestro planeta. La realidad del libre albedrío moral resulta evidente a lo largo de la Escritura (ver Deut. 7: 12, 13; Jos. 24: 14, 15; Sal. 81: 11-14; Isa. 66: 4). Nosotros mismos ejercemos cada día y en un grado u otro el libre albedrío que nos ha concedido nuestro Creador. No seríamos humanos si no tuviéramos libre albedrío. Sin este, nos pareceríamos más a una máquina o a un robot. La compañía Sony ha creado un perro robot llamado Aibo. No se enferma, no tiene pulgas, no muerde, no necesita vacunas y no pierde pelo. ¿Cambiarías tu perro de carne y hueso por un Aibo? Si no es así, ¿cómo podría tu elección ayudarte a entender mejor por qué Dios nos creó como lo hizo, con libre albedrío, a pesar de los riesgos?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Timoteo 01.