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LA ENTRADA TRIUNFAL | LECCIÓN 9 Domingo 25 de agosto

agosto 26, 2024

LA ENTRADA TRIUNFAL | LECCIÓN 9 Domingo 25 de agosto

Lee Marcos 11:1 al 11; y Zacarías 9:9 y 10. ¿Qué está sucediendo aquí?

La mitad de esta historia se refiere al envío de dos discípulos, por parte de Jesús, a un poblado cercano para buscar un asno en el que él entraría a Jerusalén.
¿Por qué se dedica tanto tiempo a este relato? La respuesta es doble. Primero, porque demuestra las capacidades proféticas de Jesús, exaltando así la dignidad de su arribo y vinculándolo a la voluntad de Dios. Segundo, este aspecto de la historia establece una conexión con Zacarías 9:9 y 10, que describe al rey entrando en Jerusalén montado sobre un burro. También es reminiscente de la entrada de Salomón en Jerusalén sobre un asno (1 Rey. 1:32-48), cuando Adonías trató de usurpar el trono y David ordenó que Salomón fuera inmediatamente coronado.
“Quinientos años antes del nacimiento de Cristo, el profeta Zacarías predijo así la venida del Rey de Israel. Esta profecía se iba a cumplir ahora. El que siempre había rechazado los honores reales iba a entrar en Jerusalén como el prometido heredero del trono de David” (DTG 523).
Jerusalén está ubicada en una región de colinas, a una altitud de unos 740 metros. En los días de Jesús, su población era de entre 40.000 y 50.000 personas, pero ese número aumentaba en ocasión de la Pascua. La ciudad cubría una superficie de unos 125 kilómetros cuadrados, pero el monte sobre el que se erigía el Templo ocupaba casi 18 de esos kilómetros. El hermoso complejo del Templo dominaba la ciudad. Jesús entró por el este: descendió por el Monte de los Olivos e ingresó en la ciudad probablemente por la Puerta Dorada (actualmente tapiada) en dirección al Monte del Templo. La ciudad entera se vio agitada por la llegada de Jesús, pues todos se daban cuenta de la relevancia de su acción simbólica. La multitud que acompañaba a Jesús gritaba hosanna, un término cuyo significado original era
“salva ahora”, pero que luego llegó a tener el sentido de “gloria a Dios”.
El tiempo del secreto, de la confidencialidad en la que Jesús había insistido a lo largo del Evangelio de Marcos, ha terminado. Ahora Jesús entra en la ciudad mediante una bien conocida acción simbólica vinculada a la realeza. Ingresa al Templo, pero por cuanto es tarde, simplemente mira alrededor y parte luego a Betania con los doce discípulos. Lo que pudo haber terminado en una revuelta concluye, en cambio, con su serena salida de allí. Pero el día siguiente sería
diferente.
La acción de montar sobre un asno sugiere humildad. ¿Por qué es ese un rasgo tan importante, especialmente para los cristianos? ¿Hay algo de que podamos enorgullecernos a la luz de la Cruz?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Mateo 26.