LA ESPERA Y LA MISIÓN | Lección 6 Martes 7 de noviembre
Lucas 24 culmina con la ascensión de Jesús al Cielo (Luc. 24:50-53). Pero la historia no termina allí. El autor, Lucas, siguió escribiendo en el libro de los Hechos. Justo antes de ascender al Cielo, Jesús dio a los discípulos una misión, una promesa, e instrucciones inmediatas de esperar en Jerusalén “poder de lo alto” (Luc. 24:49; ver también Hech. 1:4-8).
Jesús dio instrucciones a los discípulos para que esperaran en Jerusalén hasta que se cumpliera su palabra de enviar la Promesa del Padre (el Espíritu Santo), que les daría poder para ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y más allá.
Lee Hechos 1:12 al 26. ¿Qué hacían los discípulos, que ahora eran unos ciento veinte hombres y mujeres, mientras esperaban?
Jesús había dado una misión clara a los discípulos: debían ser testigos suyos ante el mundo. Así que, mientras esperaban, se prepararon para su misión de dos maneras. En primer lugar, Lucas dice que oraban y suplicaban unánimes. No había duda en su mente sobre cuál era la misión que Jesús les había encomendado, y cada uno de ellos había aceptado esa misión. Esto los inspiró a unirse en oración. Lucas no da a conocer los motivos de oración, pero lo más seguro es que oraran pidiendo sabiduría, fuerza y valor para cumplir juntos la misión. ¡Qué ejemplo para nosotros!
Lo segundo que hicieron mientras esperaban fue prepararse logísticamente para su misión. Judas había entregado a Jesús para que lo ejecutaran y luego se había quitado la vida. Esto había dejado una vacante entre los Doce. Así que, mientras esperaban, los discípulos buscaron la guía de Dios y eligieron a un reemplazante. Por cierto, los discípulos se organizaron y planificaron el comienzo de su misión. Pedro desempeñó un papel de liderazgo en esta toma de decisiones. Nadie cuestionó su proceder; todos vieron en esta iniciativa la sabiduría de Dios. Todos comprendían y confiaban en que Dios estaba actuando, obrando y moviéndose en medio de ellos. El tiempo de espera no fue ocioso, sino que estuvo lleno de propósito y de actividades impulsadas por la misión. Mientras esperamos el derramamiento del Espíritu Santo para que nos ayude a completar la gran misión de Dios, debemos unirnos para animarnos mutuamente (Heb. 10:24, 25) y orar por el Espíritu Santo de Dios. Además, debemos alinearnos, personalmente y como iglesia, con la prioridad de Dios: la salvación de los perdidos.
¿Cómo puedes aprender a esperar en el Señor y no perder la fe mientras tanto? Mientras tanto, mientras esperas, ¿cómo puedes aprovechar mejor el tiempo, como hicieron los discípulos?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Eclesiastés 04.