LA IMPORTANCIA DE PENTECOSTÉS | Jueves 24 de enero Lección 4
En el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, Hechos 2:1 al 4 confirma uno de los acontecimientos más decisivos de la historia del plan de salvación: la investidura de Cristo en su ministerio posterior al Calvario como Sumo Sacerdote y Rey en el Santuario celestial. Mediante su ministerio sumosacerdotal a la diestra del Padre (Apoc. 5:6, 7), Cristo puede llevar
a cabo el plan de salvación hasta su cumplimiento final. Como nuestro Mediador en el Santuario celestial, Jesús obra para salvarnos. A través de él, los creyentes pueden tener libre acceso a Dios y recibir el perdón de sus pecados.
Lee Hechos 2:32 al 36; y Juan 7:39. ¿Qué esperanza y ánimo hallas en el hecho de que Jesús se encuentra en el cielo como nuestro Sacerdote y Rey?
A la exaltación de Cristo en el Santuario celestial le siguió el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos. Apocalipsis 5:6 menciona que los siete espíritus son “enviados por toda la tierra”. Como vimos en la lección anterior, los siete espíritus denotan la plenitud de la actividad del Espíritu
Santo en el mundo. En la entronización de Cristo, el Espíritu es enviado a la Tierra. Este derramamiento del Espíritu Santo es uno de los primeros actos de nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial. Este derramamiento del Espíritu Santo significaba que Jesús se había presentado ante el Padre y que Dios había aceptado su sacrificio en favor de la humanidad.
“La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. […] Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado
con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad.
El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado al Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como Sacerdote y Rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la Tierra, y era el Ungido sobre su pueblo” (HAp 31, 32).
Lee Hebreos 4:16 y 8:1. ¿Cuánta esperanza y ánimo hallas en la seguridad de que Jesús haya recibido toda autoridad en el cielo y en la Tierra como nuestro Sacerdote y Rey? Creer en esta verdad ¿en qué medida te ayuda en tus situaciones cotidianas de la vida, y en la incertidumbre del futuro?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Levítico 14 – Durante esta semana, HAP cap. 5.