LA INTERPRETACIÓN DE JESÚS | Lección 4 Lunes 22 de julio
Jesús había terminado con la parábola, sin dar inmediatamente ninguna explicación. De acuerdo con el texto (Mar. 4:1), la presentó ante una gran multitud. Solo después, ante un grupo menor (Mar. 4:10), explicó su significado.
Lee Marcos 4:13 al 20. ¿Cómo interpreta Jesús la parábola del sembrador?
Jesús interpreta la parábola identificando los elementos externos a la historia, que representan varios de los detalles del relato. La interpretación indica que la historia es una alegoría amplia con referencias al mundo real, no que cada detalle sea necesariamente una referencia a algo específico. Jesús identifica a la semilla con “la palabra”. Esta se referiría a la palabra de Dios, particularmente a la predicada por Jesús. Santiago 1:21 declara: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y maldad, reciban con mansedumbre la palabra implantada, la cual los puede salvar”.
Los diferentes suelos son distintos tipos de oyentes. De acuerdo con la interpretación de Jesús, todos escuchan la Palabra; es decir, la semilla ha sido sembrada en todos los tipos de suelo. Pero la recepción es diferente. El suelo del sendero es duro y las aves arrebatan la semilla que cae en él. Jesús vincula esto con el arrebatamiento de la verdad por parte de Satanás. El suelo pedregoso es poco profundo. Jesús relaciona esto con las personas cuyo compromiso es superficial; ellos no han tenido en cuenta el costo del discipulado. El suelo lleno de maleza ahoga la semilla sembrada. Jesús explica que esto se refiere a los afanes de la vida y a las riquezas, que asfixian la Palabra. Pero el buen suelo representa a quienes escuchan la Palabra y la reciben; como resultado, ella crece y produce una cosecha abundante.
Las explicaciones más extensas son las referidas al suelo pedregoso y al lleno de malezas. En su descripción de los oyentes representados por el primero de esos suelos, Jesús señala elementos contrastantes: los así representados reciben la Palabra con gozo pero son discípulos temporales. Cuando llega la persecución, se desmoronan. Otros no caen a causa de los malos tiempos, sino de los buenos; su enfoque está en las cosas del mundo, no en el Reino de Dios. Sus afanes y
preocupaciones giran en torno a lo que el mundo ofrece.
Considera tu propia vida. ¿Se están introduciendo silenciosamente en tu experiencia algunas de las características del suelo del camino, del pedregoso o del lleno de malezas? Esto es algo que podría ocurrir más sutilmente de lo que imaginas. ¿Qué decisión puedes tomar para cambiar, si fuera necesario?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Zacarías 10.