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LA VERDADERA EDUCACI脫N CRISTIANA | Lecci贸n 9 Domingo 22 de noviembre

noviembre 23, 2020

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANA | Lección 9 Domingo 22 de noviembre

Se cuenta la historia de un rabino que, mirando a los ojos adormilados de los jóvenes que estaban sentados en el aula, les preguntó:
–Alumnos, ¿cómo saber cuándo termina la noche y ha comenzado el día? Varios de los alumnos levantaron la mano con cautela.

–Rabí –preguntó uno–, ¿es cuando se nota la diferencia entre una higuera y un olivo?

–No.
–Rabí, ¿es cuando se nota la diferencia entre una oveja y una cabra?
–levantó la mano otro alumno.
Después de escuchar una gran cantidad de respuestas, el rabino anunció:
–Alumnos, uno sabe que la noche ha terminado y que ha comenzado el
día cuando puede mirar una cara que nunca antes había visto y reconocer al extraño como hermano. Hasta ese momento, no importa cuán brillante sea el día, todavía es de noche.

Lee Lucas 10:30 al 37. ¿Qué cuestión quiso plantear Jesús con esta historia? ¿Qué debería formar parte de toda verdadera educación cristiana?

Como Adventistas del Séptimo Día, fuimos bendecidos con abundante luz y verdad doctrinal (el estado de los muertos, el sábado, 1844 y el Juicio, el Gran Conflicto, entre otros), que incluso la mayoría del mundo cristiano aún no entiende. Y, sin embargo, por más que estas verdades sean fundamentales, ¿de qué nos sirven si no somos amables con los demás, si mostramos prejuicios contra los demás, y si permitimos que los prejuicios culturales y sociales de nuestro entorno nos hagan tratar a los demás como inferiores? La verdadera educación cristiana, como mínimo, debe hacernos elevar por encima de estas debilidades y males humanos, y ver a los demás como Cristo los ve, seres por quienes él murió, seres cuyos pecados cargó en la Cruz, seres por los cuales pagó un precio infinito. Si exaltamos la Cruz como debemos, entonces veremos el valor de cada ser humano y, en teoría, los trataremos como realmente se merecen, según el valor que Dios les concede. La educación cristiana debe incluir esta enseñanza; de lo contrario, no merece
el nombre de “cristiana”.

¿Qué prejuicios enseña tu cultura y tu sociedad, ya sea en forma sutil o abierta, que, como cristiano, debes dejar de lado?

Reavivados por su palabra: Hoy, Jeremias 27.