¿PUEDES GUARDAR UN SECRETO? | Jueves 11 de julio Lección 2
Lee Marcos 1:40 al 45. ¿Qué nos enseña esto acerca de Jesús y de cómo se relacionó con los marginados de la sociedad?
La lepra descrita en este pasaje, al igual que en todo el Antiguo Testamento, no se refiere solo a lo que conocemos hoy como la enfermedad de Hansen, o lepra auténtica. La terminología bíblica sería mejor traducida como “temida enfermedad de la piel” y podía incluir otras dolencias cutáneas. La lepra propiamente dicha, o mal de Hansen, pudo haber llegado al Cercano Oriente alrededor del tercer siglo antes de Cristo (ver David P. Wright y Richard N. Jones, “leprosy [lepra]”, The Anchor Bible Dictionary, v. 4 [Nueva York: Doubleday, 1992], pp. 277-282). Por lo tanto, el leproso del que habla el pasaje en cuestión pudo haber tenido la enfermedad de Hansen, aunque no sabemos con certeza de qué dolencia sufría, solo que estaba enfermo.
El leproso confía en que Jesús puede limpiarlo. Según Levítico 13, un leproso era ritualmente impuro y debía evitar el contacto con otras personas (ver Lev.13:45, 46). Sin embargo, Jesús es movido por la compasión y toca al hombre. “Jesús se compadeció de él. Extendió su mano, lo tocó y le dijo: ‘ Así lo quiero. ¡Queda limpio!’ ” (Mar. 1:41). Esta acción debería haber contaminado ritualmente a Jesús hasta el atardecer, cuando le habría sido requerido que se lavara a fin de volver a ser ritualmente limpio (compara con Levítico 13-15). Pero Marcos tiene claro que la acción de Jesús de tocar al hombre enfermo limpió a este de su lepra. En consecuencia, Jesús no fue ritualmente contaminado por el hecho de tocarlo. Jesús le dice al hombre que vaya a un sacerdote y que ofrezca el sacrificio ordenado por Moisés para tales casos en Levítico 14. A lo largo del Evangelio de
Marcos, Jesús se manifiesta en favor de lo que Moisés enseñó (ver Mar. 7:10; 10:3, 4; 12:26, 29-31). Esa posición está en marcado contraste con los dirigentes religiosos, quienes en pasajes como los de Marcos 7, 10 y 12 desvirtúan el propósito original de las enseñanzas comunicadas por medio de Moisés. Estos detalles explican la orden de guardar silencio dada por Jesús al hombre en Marcos 1:44.
Si contaba su curación, esto podía prejuiciar la decisión del sacerdote en contra de Jesús. Pero el leproso sanado parece no entender esto y, en desobediencia al mandato de Jesús, esparce la noticia por todas partes, lo que impide a Jesús entrar abiertamente en los poblados para realizar su ministerio.
¿Cómo podemos ser cuidadosos para no hacer cosas que obstaculicen la difusión del evangelio, independientemente de cuán buenas sean nuestras intenciones?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Hageo 1.