SEÑALES, OBRAS Y PRODIGIOS | Lección 8 Domingo 17 de noviembre
Además de los milagros específicos que Juan utilizó para señalar a Jesús como el Mesías, el evangelista también registró el debate más amplio acerca de las señales, las obras y los prodigios hechos por Cristo.
Las señales y los prodigios no eran en sí mismos la demostración de su mesianismo, pues muchos profetas, incluso falsos, también hacían presuntamente milagros. Juan no registró las señales solo porque destacaban a un gran hacedor de milagros; las señales que Juan registró tenían el propósito específico de demostrar que Jesús era el Mesías y que provenía de Dios Padre.
Lee Juan 5:17, 20, y 36 al 38. ¿Cómo describen estos versículos la relación entre Jesús y Dios el Padre, especialmente en el contexto de las señales?
Jesús utilizó las señales para mostrar su estrecha relación con el Padre. Los dos eran uno. Las obras demostraban que “el Padre está en mí y yo en el Padre”
(Juan 10:38; ver también Juan 14:10, 11). El propósito de la venida de Jesús era hacer las obras de aquel que lo envió, para que esas obras demostraran al mundo la procedencia divina de Cristo. Es decir, vino a hacer la obra que el Padre le había encomendado, y las obras que hizo fueron un claro testimonio de que él procedía del Padre.
Sin embargo, como ya hemos visto, a pesar de las poderosas señales y del testimonio de numerosas personas, muchos decidieron no creer.
Los líderes religiosos le preguntaron a Jesús: “ ‘¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente’. Respondió Jesús: ‘Se lo
he dicho, y no creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre testifican de mí’ ” (Juan 10:24, 25).
Si Jesús hubiera dicho directamente que era el Mesías, los líderes religiosos, siempre ávidos por encontrar alguna forma de entramparlo, se habrían abalanzado sobre él. Consciente de esto, Jesús señaló las obras que había hecho. Si Jesús hubiera dicho que era el Cristo, ellos podrían fácilmente haberlo negado.
Pero ¿cómo podían negar las señales, las obras y los prodigios? Eran testimonios poderosos de quién era y de su procedencia divina.
¿Cómo podemos evitar tener un corazón duro como el de esos líderes religiosos? ¿De qué maneras podríamos estar luchando contra la obra de Dios?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Hechos 21.